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Bogotá, junio 11 y12 de 2016

Salida Número 19 y 20 del 2016.

Regresamos a la Cuna de la Libertad

 

Crónica en varias entregas:

1.  Preámbulo


Aunque para CicloBR  la sabana de Bogotá es su hábitat natural,  nuestro grupo de ciclismo lleva  en sus genes las salidas a otras zonas del país, las cuales eran más frecuentes en años anteriores, desafortunadamente se han reducido pues, compromisos familiares y laborales de los ciclistas han impedido  contar con una buena asistencia que justifique un desplazamiento. No obstante a solicitud de algunos asociados retomamos  estas actividades que nos sacan de la rutina.

Sabemos que a la hora de elegir, la gente prefiere la tierrita caliente, pero esta vez la colonia Boyacense quiso demostrarnos que más allá de Icononzo  existe vida. Es que en la historia del Grupo Boyacá y sus bellos parajes dejaron una imborrable huella. Recorridos por los puertos montañosos aledaños a Tunja, Paipa, Duitama, Sogamoso, Villa de Leyva, Samacá, Ráquira, Sotaquirá, Sáchica, Pantano de Vargas, Iza, Firavitova y muchas otras bellas poblaciones, han satisfecho el apetito ciclístico y fueron testigos de nuestras alegrías y sufrimientos.

Amigos del Banco  de la República de  Tunja como Antonio Munar (QEPD), Luis E. Amézquita, Ricardo Correa (QEPD), en los inicios de CicloBR fueron nuestros guías y maestros en decenas de recorridos por carreteras de Boyacá y en un pasado más reciente Molanito,  Jacinto  y Armando. Un ejemplo esta memorable visita a Iza en el 2010, esta final de la Clásica de la Amistad de Paipa a Santa Rosa de Viterbo, o esta otra por Villa de Leyva y Ráquira

Por eso, al reanudar los Ciclopaseos, pensamos en retornar a esas tierras de las cuales guardamos tantos recuerdos, a sabiendas que vendrán otras oportunidades para visitar otros Departamentos como Antioquia, Quindío y Tolima que también forman parte de la historia ciclística de CicloBR y que tienen un nicho especial  en nuestras reminiscencias.

A la tarea de diseñar este Ciclopaseo se le midieron Orlando Molano, Javier Pirateque,  Jacinto Cuta y Armando, quienes constituyeron un “Petit Comité” en representación de los Boyaquitos. Armando nació en Girardot, pero se considera Boyacense por adopción pues vivió más de 35 años en “la tierrita”. asumió el liderazgo e inició con la labor más difícil, concretar a los posibles asistentes, logró que 20 de nuestros pedalistas confirmaran la asistencia más tres  ciclistas invitados, Alonso Rodríguez, padre de Ricardo, Luis Alberto hermano de Jacinto y José Rodríguez sobrino de  los Molanitos, para un total de 23 pedalistas con los cuales hubo quórum.

Las rutas se seleccionaron de un extenso menú que propusieron  los integrantes del “Petit Comité”. Varias fueron descartadas, dado que se buscaba que corriéramos por carreteras, secundarias o no muy transitadas, por seguridad del grupo; el objetivo central era combinar la exigencia ciclística con algo de turismo por  pueblitos que no hubiésemos visitado en el pasado;, hasta allí llegó nuestra intervención,  la selección del sitio de alojamiento, la alimentación y logística corrió por cuenta de Armando y sus coterráneos.

La idea del turismo en este ciclopaseo era una quimera, sabemos que a los ciclistas poco y nada les gusta parar, por la teoría de que “Nos enfriamos”, normalmente se pasa  por las poblaciones porque toca, pero si siempre hubiera una variante la tomarían sin dudar, pues pareciera que se tratara siempre de “darle duro, para salir de esta vaina de una vez”. Se manejan dos afanes: el afán de llegar a la montaña y al regreso el afán de llegar arribar al punto  de meta. Hemos pasado por cientos de poblaciones, pero a duras penas conocemos la entrada y la salida y a veces la panadería en la que nos reaprovisionamos de líquido. Sabemos que nuestra tarea dominical es montar en bici y  no el turismo, pero por lo menos en los ciclo paseos buscamos que haya paradas breves para conocer los sitios de interés.
¿Uds. creen que esta vez si logramos este objetivo?, no se me adelanten ya lo sabrán.

Armando, en buena  hora propuso como sede Belencito, una ciudadela   destinada a vivienda de los empleados de Acerías Paz de Rio, que se construyó en los años cincuenta alrededor de un antiguo convento de Agustinos, en el extremo norte del Valle de Iraca. En su momento albergó a miles de funcionarios de la empresa y tuvo su esplendor y crecimiento hasta convertirse en un pequeño pueblo con todas las facilidades para empleados y sus familiares, al punto que llegó a constituirse en Corregimiento y Patrimonio Cultural.

Nosotros nos alejamos en los bloques de apartamentos donde está la sede social y la piscina que aún se conservan en perfecto estado.Desafortunadamente la crisis por la que atravesó Paz de Rio en los años noventa como consecuencia del atraso tecnológico la apertura económica, los bajos precios en el mercado del acero por la competencia de la China llevaron a Paz de Rio al borde de la quiebra; luego de acogerse a la Ley de quiebras y a una reestructuración en la que las deudas salariales se cancelaron con acciones se produjo la venta a los Brasileros de Votorantim Metais.

Como consecuencia de la reducción de personal las casas quedaron abandonadas porque los nuevos dueños  operan bajo los principios de economía y racionalización de costos  y para ellos no existe interés en preservar ese patrimonio. Las restricciones legales por ser un patrimonio han impedido que se  le de otro uso a esas edificaciones que el paso implacable del tiempo está acabando. Ver polémica por demolición de casas en Belencito

Esperamos que algún día nuestro colega Armandito nos ilustre sobre lo que fue el esplendor de esa ciudadela y las causas de su posterior declive. Por ahora los dejamos con la crónica que escribió en 1954 el Nobel García Márquez cuando trabajaba en el Espectador, en la cual se refiere a los días previos a la inauguración de Paz de Rio y la ciudadela habitacional. Ver crónica>>, ahora si...

 

 

 

 

 

2. A lo que vinimos

Los veintitrés ciclistas que aceptaron el reto de las montañas boyacenses se presentaron el viernes y fueron entregando su aporte, la botellita de vino que sugerimos. Luego de la cena, abrimos al azar una botella para hacer una cata, por supuesto la idea era verificar la calidad de los taninos el balance y la profundidad de la bebida, afortunadamente pasó la prueba, sin embargo para tener plena certeza catamos otro par de botellas antes de ir a descansar a las habitaciones asignadas por Armando, pues el sábado nos esperaba una larga tarea ciclística.

El sábado a las 7 de la mañana, como estaba programado, tomamos un poderoso desayuno y pasadas las 8 y 15 a.m. estábamos listos para iniciar el recorrido, nos esperaban 75 kmts. Conocimos al hermano -gemelo de Jacinto, Luis Alberto Cuta, sorprendente el parecido físico y la similitud de  temperamentos, ambos buena gente y con el mismo sentido fino del humor.

El otro invitado que llegó, fue Alonso Rodríguez el padre de Ricardo  y José Luis Rodríguez, el joven sobrino de los Molano.
En sus vehículos nos acompañaron la esposa de Ricardo, Manuel Molano, Y María de los Ángeles Cuta, para ellos nuestros agradecimientos.

Primer objetivo: Corrales

De acuerdo con el mapa que se envió anunciando el Ciclopaseo, el primer pueblito en la ruta era Corrales, ubicado a casi 17 kmts de Belencito así que a las 8 y 30 a.m. partimos en una larga hilera que preocupaba a Jorgito Peña, quien pedía que hiciéramos un grupo. Los primeros 2 kmts de la vía no están en buen estado, al llegar a la planta de cementos Argos el paso es restringido pues se está ejecutando la ampliación de la carretera, pero de allí en adelante nos encontramos con una capa asfáltica en perfecto estado. A la izquierda nos acompaña el inconfundible sonido de una corriente de agua,  es que la carretera trasciende paralela al rio Chicamocha, cuya corriente podemos divisar fácilmente, al igual que podemos percibir los malos olores que emanan de  sus espumosas y negras aguas. De la montaña a la derecha desciende un hilo de agua que parece cristalina y que lamentablemente desemboca en el pestilente rio; según el aviso que vimos en un puente se trata del rio Morra.

Pensé que ese desastre ecológico que vemos y vivimos los Bogotanos con nuestro rio nos era fácil verlo en otra región, pero desgraciadamente el Chicamocha es una réplica exacta, una fuente de agua sin vida otra víctima de las industrias que convirtieron un rio otrora cargado de peces y con aguas cristalinas que disfrutaron nuestros antepasados, en la alcantarilla de Tunja, Duitama y Sogamoso, como lo denunciaba en el año 2007 este artículo del periódico El Tiempo.

Hasta ahora todo es felicidad, pues salvo un repecho al comienzo, el resto del trayecto hacia Corrales es de suave descenso que nos permite ahorrar fuerzas. Al acumular 17 kmts pasamos un estrecho puente que nos conecta directamente con la imponente  plaza principal de Corrales, rodeada de bellas casonas con balcones de arquitectura que denota su origen español, donde se destaca la imponente iglesia. Allí cada diciembre el pueblo se vuelve un pesebre de tamaño real, miles de turistas asisten para apreciar la iluminación y decoración, del municipio “Luz de Colombia”, como es llamado Corrales.

Fue una brevísima parada, mientras apreciábamos un baile de ancianos que participaban en un homenaje a la tercera edad y  nos tomábamos una foto con el señor Alcalde  el grupo partió, nos dejaron rezagados  a Armando, Pulga, el Chinazo, O. Márquez William y Jacinto.


Segundo objetivo: Busbanzá

Como no teníamos ningún afán   de alcanzarlos nos fuimos en busca de la siguiente población distante a seis kmts: Busbanzá, “Cuna del pueblo Muisca”, disfrutando del paisaje, un  extenso valle que forman las montañas.  Alcanzamos únicamente a Nobile y Eduardo, pero luego se fueron dado que nosotros continuábamos de paseo.

La vía a Busbanzá es angosta, pero está en excelente estado,  lo mejor es que son escasos los vehículos que transitan por allí. La carretera está circundada por  muchas especies de plantas,  pudimos apreciar cómo  los cactus (¿pencos?)y las sábilas crecen custodiando los plantíos de maíz, cerca a los arbustos de eucaliptus. Afortunadamente llevábamos a nuestro botánico de cabecera Jacinto, quien iba indicándonos los nombres, esa es la alfalfa, que sirve para la anemia, aquel es un cultivo de cebada, ese es el laurel…

Finalmente llegamos a Busbanzá, donde pensábamos que el grupo nos estaría esperando, pero mamola, tenían afán de llegar pronto a la alta montaña, no importaba, hoy lo nuestro era la botánica y el turismo, tocaba aprovechar dado que pronto el ascenso a la montaña apenas nos permitiría mirar de reojo las plantas. Pasamos de largo, Busbanzá es un pueblito pequeño, aunque bastante antiguo,  fue fundado en 1602 tiene pocas pero bellas casitas coloniales y parece que escasos habitantes, no vimos mucha gente. Seguimos  a paso turístico y llegamos a Floresta, completamos 14 kmts en la travesía desde Corrales, una delicia mijo, como diría Jorgito Peña..

Hasta descubrimos que para ver el arco del triunfo no se necesita ir a Paris


Tercer objetivo: Alto de Tobasía

En Floresta tampoco había noticias del grupo, así que seguimos para Tobasía distante a 3 kmts y allí si encontramos al resto del Grupo, vaya ya era hora. Por lo menos nos dejaron admirar el parque que ostenta una bella colección de  palmas de diferentes especies, rodeado de casitas blancas de tejas de barro.Todos preguntaban que dónde empezaba la montaña, parecía que ya les hacía falta, estaban que "se trepaban"..



Salimos de Tobasía, por el mapa sabíamos que a pocos metros íbamos a encontrarnos con la alta montaña, aunque no todos lo detallaron el gráfico de la planimetría enviada, indicaba que tendríamos que ascender 6,5 kmts desde el pueblo hasta la cumbre que se denomina Alto de Tobasía, para luego descender 3 kmts  hasta Santa Rosa de Viterbo. Todo coincidía, anduvimos 500 metros y pasamos una iglesia a la izquierda, allí ya el terreno inclinado ya nos avisaba que debíamos prepararnos. Dicho y hecho, así ocurrió, de allí en adelante cada curva se ponía más pesada, la pendiente pasaba rápidamente del 8 al 10 y al 11%, teníamos la esperanza de que más adelante encontraríamos algún descanso, pero la montaña no daba tregua.

El único consuelo era que la carretera lucía como nueva y que parecía haber sido alquilada por el Petit Comité especialmente para nosotros, pues solo nos pasaban los carros acompañantes del Grupo.

No recuerdo bien, pero casi en la mitad del recorrido al finalizar una curva se puede apreciar arriba a la izquierda una cuchilla que parece ser el final de la montaña, nos indica que la vía gira  varias veces a la derecha y luego a la izquierda, en adelante no mirar hacia ese punto era imposible . A lo lejos vimos el tramo que parece que nos llevará hasta esa cuchilla. La vista alcanza para ver las camisetas rojas de los que van adelante. Vamos bordeando la montaña rocosa   siempre por el lado derecho, avanzamos lento regulando fuerzas pero la cuchilla, el objetivo, parece alejarse. En algunos tramos la pendiente  aumenta y nos obliga a una parada en pedales para poder continuar. Finalmente tomamos el último tramo de ascenso para llegar a la tal cuchilla al borde de la montaña donde creemos que acaba la subida, la vía curva hacia la derecha y sorpresa!!, descubrimos que sigue montaña “ventiada”, me imagino que allás atrás la cuchilla debía sonreír por la broma que nos ha jugado.

Al llegar al cuarto kilómetro aparece una travesía donde la pendiente se alivia unos grados, pero siempre vamos en continuo ascenso. Finalmente en una curva se ven a lo lejos los colegas que ya coronaron la cima y le vuelve a uno el alma al cuerpo, lo que sigue es el descenso. Descansamos en un pequeño  prado a orillas de la carretera, para esperar y reagruparnos y de paso descansar de la exigente cuesta que hemos superado, realmente de las más duritas que he conocido..

De los 23 pedalistas 20 lograron hollar la cumbre. Cuatro llegaron a la meta como acompañantes en los vehículos, Jorgito Peña,  quien sabiamente se subió luego del primer kilómetro, William Trejos quien defiende su teoría del 70-3 (máximo 70 de plano y 3 de montaña) Héctor  y Alonso a quienes las fuerzas los abandonaron,  a menos de 1 kmts del alto tuvieron que recurrir al último recurso que afortunadamente tenemos los ciclistas cuando los piñones grandes se agotan, “tirar infantería”. Marcolino se cayó subiendo pues extrañamente su zapatilla se enredó con la rueda, tuvo que caminar unos metros en busca del lugar adecuado para volver a montar, la inclinación de la carretera era tal que dificultaba volver a pedalear, finalmente lo logró y coronó.

Como veo que mis apreciados colegas se han acostumbrado a que publiquemos el orden de llegada a las cumbres, este fue el del Alto de Tobasía, espero esta vez no cometer alguna imprecisión:

José Luis- Camilo - A. Otálora - O. Molano - Luis Cuta- Ricardo - W. Duarte - Eduardo -Víctor - Javier - Jacinto – Geoffre -O. Márquez - Edgar - Armando- Pulga - Jorge - Nobile  - Marcolino.

Todos merecen un fuerte aplauso por esta odisea, aún quienes llegaron en los carros; pero ante todo tenemos que destacar  nuevamente la verraquera de Nobile que a su paso hizo toda la subida, para quitarnos el sombrero.

Una subida de respeto, Jacinto me había advertido que era como un Icononzo pero más corto, yo diría que por el ascenso continuo y la carencia absoluta de descansos Icononzo es un Tobasía más largo pero con descansos. Según nuestros colegas de Altimetrías de Colombia, es un puerto que se clasifica como de segunda categoría, en 6 kmts se sube de 2550 a 2945 mts, así lo grafican.

 

Cuarto objetivo: Belencito

Superada la prueba, una vez nos reagrupamos descendimos hacia Santa Rosa de Viterbo, donde descansamos unos minutos frente al parque, uno de los más bellos de Colombia.

Hidratamos y continuamos hacia Duitama, ubicada a 9, 4 kmts. Allí no paramos, ahora si todos llevábamos el afán de “salir de una vez de esa vaina”. Nos faltaban 23 kmts para volver a Belencito, los cuales se hicieron a buen ritmo gracias A Chinazo y W. Duarte quienes  nos llevaron a toda mecha; pasamos Punta Larga y  ya cerca de Nobsa disminuimos para reagruparnos y llegar a Belencito juntos, culminando así el circuito de casi 76 kmts que tuvieron de todo como en Botica, turismo montaña dura, descensos y buen planito.

No se preocupen, esta historia continuará, aún tenemos mucho que contarles, esta semana publicaremos otra entrega, con más detalles de esta inolvidable visita a Boyacá, Cuna de la Libertad.

Acá los registros fotográficos de la primera parte de este Ciclopaseo>>

Segunda Parte de la crónica

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