Bogotá, septiembre 17 de 2017.
CicloBR resultó contagiado con el virus de moda:
“Alto el Verjón”

Indudablemente la llegada al país de las pruebas “Gran Fondo”, como La Ruta Colombia, el Gran Fondo Cannondale y otros eventos de participación masiva para aficionados al ciclismo de ruta han dado un nuevo aire y un gran auge a la práctica del ciclismo de ruta, motivando a los “veteranos”, pero igualmente a jóvenes que han encontrado en el ciclismo una forma de distracción y salud. La fiebre afortunadamente ha llegado al sexo femenino, ahora es usual ver en los grupos a una buena cantidad de lindas jovencitas subiendo a la par con los hombres y a veces al revés los señores tratando de cogerles rueda.
El tráfico en Bogotá ha logrado que para quienes trabajan ya casi sea imposible entrenar entre semana en lugares aledaños como El Alto del Vino, el nueve de la Mesa. Como era de esperar la única posibilidad de montaña cercana, la subida al Alto de Patios, de por si congestionada por el flujo creciente de vehículos y los miles de ciclistas que la utilizan se ha vuelto peligrosa, lo cual ha obligado a los pedalistas de ruta a buscar nuevos trazados montañosos alrededor de Bogotá.
Esta búsqueda permitió “redescubrir” el Alto del Verjón, un hermoso páramo, el más cercano a Bogotá, ubicado al este de la capital a espaldas de los cerros de Monserrate y Guadalupe por la vía a Choachí. Recuerdo que ese fue durante varios años un sitio de entrenamiento ciclístico, que utilizaban por allá en los años 2006 a 2008 entre otros ex colegas del CicloBR como Manuel Leal y Alberto Pineda, pero desafortunadamente por falta de atención de las autoridades se volvió un “atracadero” debido a que los primeros kmts colindan con barrios marginados como los Laches y Diana Turbay. Hace años incluso la vía a Choachí amanecía con uno que otro “muertito” abandonado por delincuentes y grupos de “limpieza”, precursores de los falsos positivos.
En noviembre de 2016 la Revista Mundo Ciclístico en asocio con la fundación de nuestro campeón Esteban Chávez hicieron una convocatoria para subir al Alto El Verjón partiendo a las 6:30 a.m. de la calle 81 con carrera 11 para hacer el recorrido: Bogotá-La Caro-Sopó -La Calera-Bogotá-Avenida Circunvalar y concluir con el ascenso al Verjón, obviamente con el acompañamiento de la policía. De esta forma le salieron al ruedo al Chavito 110 ciclistas aficionados.
Ese fue el detonante para redescubrir la vía a Choachí, en este año 2017 la fiebre por el Alto del Verjón se disparó,debido al apoyo oficial del programa Rutas Seguras de la Policía Metropolitana de Bogotá. Hace algunos meses un grupo de ciclistas aficionados decidió convocar todos los jueves a las 5:10 de la mañana a los ciclistas madrugadores en el CAI de la avenida circunvalar con calle 76, pronto se ya se volvió una cita rutinaria a la cual cada vez se unen más ciclistas; los grupos que hace cuatro meses eran de 40 ciclistas hoy fácilmente superan los 250.
Recorren la circunvalar desde el barrio Rosales, suben por la calle sexta para tomar la vía a Choachí y llegar a la cima del Alto del Verjón. En total hacen 23 kmts de ida y otro tanto de regreso.
Estos hacen un montón de ciclistas mientras algunos dormimos plácidamente los jueves,
Como era de esperarse, el virus de esa “fiebre” empezó a contagiar a los ciclistas “urbanos” de CicloBR como Giaco y Fabio y últimamente a Alberto Rivera habitante, vecino de Germania quien con sus pupilos de Ciclo -Titanes buscó la forma de salirle al encuentro a esas caravanas y acompañarlos al kmt 11. Estos colegas utilizaron todos los adjetivos posibles para elogiar el recorrido y convencernos de programar para un domingo la subida al Verjón: “Un paisaje precioso, una subida agradable, muy segura” etc., etc. Con el apoyo del Chinazo lograron inocular en CicloBR el virus “Verjón”, el recorrido que redescubrió El Chavito y que con apoyo de la Policía ya no es el “atracadero” que fue hace pocos años.
El más entusiasta sin duda fue Alberto Rivera, quien se ofreció para organizar la logística, pues yo les insistía en que debíamos pensar no solo en los ciclistas “urbanos”, aquellos expertos que son capaces de transitar entre los vehículos, y afrontar calles empinadas con tráfico sin sacar “el pie de los pedales aún en sitios empinados con semáforos. En el grupo tenemos unos pocos ciclistas domingueros poco duchos en el ciclismo urbano que a nuestra edad preferimos evitar el estrés y llegar a los sitios de salida en auto. Yo como Presidente vitalicio de esa especie en extinción, pedía que buscáramos la forma de salir desde un sitio sin riesgos ni subidas congestionadas que terminan en un semáforo.
Alberto hizo su mejor esfuerzo, no le quedaba nada fácil pues un domingo por la zona de Germania y del Santuario de Monserrate es algo verdaderamente caótico. Le agradecemos toda excelente su colaboración.
Fue imposible evitar la empinada y estrecha cuesta de la Quinta de Bolívar y como al que no quiere caldo le sirven doble y con arepa, hoy me tocó subirla, con bus varado al comienzo, taxi parado con puerta del conductor abierta en la mitad de la subida, buseta del SIT pitándome detrás, penitentes que iban para el Santuario caminando abajo del andén y para completar semáforo en rojo en el remate, afortunadamente cambió justo cuando ya pensaba en el porrazo al intento de sacar el pie del choclo. Creo que gracias a la ayuda de la buseta rompí el récord de tiempo en esa subida, pero logré salir ileso que es lo importante, eso si las pulsaciones seguro doblaban las que experimentaba Armandito. Detrás venían Edgar y Marcolino en las mismas, pero más tranquilos. Luego le tocó a Nobile, ella contaba con las turbinas de Camilo.
Antes de nosotros habían subido en su todo terreno Héctor y J. Buitrago. En el plano adelante del semáforo muy cerca a la entrada al Funicular, nos concentramos para esperar al combo de amarillos. Habían confirmado 17 pedalistas y , lo que quiere decir que la sugerencia que hicieron nuestros ciclistas “urbanos” fue todo un éxito.
El Chinazo, conductor elegido de hoy, llegó “on time” con su esposa Martha en el poderoso Sprint, cargado de bananos y bolsitas con bocadillos, panelitas de leche y “chompcolatinas” Jet. El y Pablito querían que saliéramos de una para castigar a quienes llegan tarde, pero les contamos que los Pulga estaban cerca, pues las autoridades viales se la tienen velada, hoy otra vez encontraron la calle 26 cerrada y tuvieron que hacer maromas para llegar, no hay derecho tenemos que hacer una carta para Peñalosa por abuso de autoridad vial. Gracias Chinazo, gracias Martha por los refrigerios y por el acompañamiento, así es la Familia CicloBR.

Arrancamos casi a las 8 de la mañana, el único de los confirmados que no llegaba aún era Mauro, pero suponíamos que venía persiguiendo. Pedraza y Buitrago aprovecharon que nos estaban formando para la foto de rigor y se escabulleron para lograr unos metros de ventaja en la subida, ni bobitos que fueran. De algo les sirvió.
Iniciamos el recorrido a altitud de 2600 metros sobre el nivel del mar, a unos 200 metros de la salida nos aparece una subidita brava, nos coge sin calentar y exige enfrentarla usando un buen piñón de montaña que seguramente teníamos reservado para la vía a Choachí, tiene un 17% de desnivel. Afortunadamente la situación se normaliza, el resto son leves repechos hasta superar el Instituto Roosevelt; a los pocos metros la vía se bifurca y a la izquierda aparece el desvío para tomar la vía a Choachí.
Alberto Rivera, un excelente guía me va narrando cómo es la vía, explica que en su inicio se verá muy deteriorada por el tráfico pesado dado que es una vía clave para el ingreso de camiones con alimentos que vienen de la provincia. Cuenta que por su experiencia en ese ascenso, ya habla con los perros para que se alejen y sirve de policía de tráfico para indicarle con señas a los conductores cuando pueden sobrepasar ciclistas en las curvas. Justo adelante van Fabio, Giaco, Eduardo, Fabio y Mauro quien acaba de llegarnos. Pasamos el CAI de la policía, Alberto posesionado en su papel de guía explica que más adelante hay más presencia policial, retenes móviles y patrullas en motos, sin duda se comprueba que tenían razón, la vigilancia es excelente.
A los dos kmts alcanzamos a Jorge y a Héctor, Mauro decide ir en pos del resto del grupo que ya no se ve ni en las curvas. Giaco le echa una manito a Héctor para que no se desanime, de hecho es una proeza que Geoffre él y Jorge hayan decidido medírsele a este recorrido sin mayor entrenamiento. Buena esa muchachos!!. Fabio, Chinazo y Alberto forman el cinturón de apoyo en la retaguardia yo aprovecho y trato de llegarle a Mauro, dado que aún las rampas son suaves.
A partir del km 4 el terreno comienza a empinarse disimuladamente pues aunque uno no encuentra las curvas duras como en la Cuchilla de Guasca si siente que comienzan a exigir piñones de mayor dentadura. En el Km 5 logro alcanzar a un grupo grande en el cual va Nobile acompañada por, Mauro quien ya encabezaba ese pelotón y además Guillermo, Pablo, Marcolino, Edgar y Geoffre. Unos metros más adelante ya separándose del Grupo va Pulga concentrado en darle cacería a su compadre Otálora a quien le lleva pocos metros.
Manuel Leal ya había subido al km 11 y bajando se unió durante unos minutos para apoyar a Nobile, luego esperó al grupo de Giaco y Fabio para colaborarles con los dos todoterreno.
Fue un gran esfuerzo para llegarle a Pulga, aún persistía en alcanzar a Alberto Otálora, en el km 11 cuando lo teníamos a cerca paró unos segundos, y nos reagrupamos.

Allí en ese punto a 3.276 metros sobre el nivel, frente al parador “El Marquez del once” termina la parte del ascenso duro y comienza una travesía de falso plano que nos introduce de lleno a la zona del páramo el Verjón.
Me acordé que Alberto Rivera insistía en la belleza del paisaje y me sentí apenado, pues hasta el momento por hacer la tarea y concentrarme en los colegas que iban adelante, no había tenido oportunidad de apreciarlo, pero ahora si en terreno plano pude detallar las especies típicas de los páramos, los helechos, líquenes, frailejones, pequeños arbustos y una tiras verticales de flores moradas que parecen campanitas. Estando en esa labor de exploración visual seguramente bajé el ritmo y cuando me di cuenta ya Pulga y A. Otálora me habían sacado una luz. Pasó Mauro y me incentivó para volverles a llegar, allí íbamos a la expectativa, pues como no conocíamos la subida no sabíamos si seguían rampas duras o más falso plano.
A los seis kmts los cuatro avistamos un parador donde había un grupo grande de ciclistas de todo terreno y un aviso que nos indicaba que habíamos coronado el Alto del Verjón. Aleluya lo logramos!!.

Cuando entramos a buscar algo caliente, pues el frío era intenso y la neblina comenzaba a tratar de desaparecer la carretera, vimos cómodamente sentados a Jenny, Camilo, Rafa, W. Duarte y a Francisco quienes habían arribado hacía varios minutos. La verdad no supimos cuando arrancaron.
A los pocos minutos llegó el grupo de Nobile y pisándole los talones, el grupo de Héctor, Jorge, y sus escoltas, Geoffre se había descolgado del grupo pero por fortuna fue recibido por los integrantes del cinturón de apoyo en la retaguardia conformado por Giaco, Fabio, Eduardo y A. Rivera, cuyo trabajo fue duro pero vital para que nadie quedara solo en la carretera. “Hétor” llegó felíz, “Juepucha casi los alcanzamos”, como dicen las señoras, tan bonito.
Igualmente Vale la pena resaltar el apoyo que le prestaron a Nobile sus soldados, tampoco la desampararon, Edgar, Guillermo, Pablito y Marco.
El pequeño parador casi agota su existencia de “aguapanela” con queso, el elíxir que nos devolvió las calorías perdidas y logró estabilizarnos la temperatura. Alberto Rivera y Francisco quienes se autodenominaron “los anfitriones” nos invitaron una tandita de ese calientico líquido servido en vaso plástico desechable (peligro para el páramo) con el queso fundido adentro.
Fueron prácticamente 17 kmts desde el Funicular de Monserrate, hasta el Alto del Verjón, un puerto de segunda Categoría con tramos bien exigentes especialmente desde el km cuatro al once y en algunos sectores de los dos kilómetros finales, que nos dejan finalmente a 3372 metros de altitud.
Una bonita experiencia, haber conocido este precioso y clásico puerto montañoso que la inseguridad había hecho caer en el olvido pero que en buena hora fue recuperado por el Chavito y sus seguidores; con la ayuda de la Policía y su programa Rutas Seguras hoy se ha convertido en una alternativa para Patios. Me cuentan que según Strava el mejor tiempo en los 16 kmts del ascenso al Verjón es de 25 minutos con 33 segundos, en la categoría de los hombres y 31 minutos con 16 segundos, en el caso de las damas, Camilo, Fabio o Rei expertos en Strava nos pueden informar si es cierto ese récord, en mi caso ni me preocupa pues hoy creo que lo tripliqué.
El ascenso tiene un tramo de unos 200 mts, antes del kmt 11 con severas fallas Geológicas al que la Gobernación de Cundinamarca le debe poner bolas. Aunque el tráfico por momentos es intenso, dado que Choachí es una zona turística por sus termales, los conductores en general son respetuosos con los ciclistas.

El 50% de los asistentes, es decir 13 pedalistas quedaron con ganas, así que descendieron 7 kmts hacia Choachí: Giaco, Fabio, Guillermo, Camilo, Eduardo, Jenny, William, Manuel, Alfredo, Pablo, Mauro, Alberto R. y Francisco.

Los restantes 13 bajamos y paramos en el mirador que hay al comienzo de la subida, desde donde se aprecia una parte del sector sur de Bogotá, la verdad en la subida no lo vi.
Nobile y Pulga aprovecharon para renovar votos en el día del amor y amistad.

Reitero mis agradecimientos al conductor elegido y a su esposa Martha, a los integrantes del grupo de apoyo en la retaguardia, vaya labor de equipo y solidaridad. A quienes nos inocularon el Virus de moda “Altus Verjonis”, especialmente a nuestro abogado de cabecera Alberto Rivera por la información que nos permitió planear la primera subida, la verdad salió muy bien, seguramente para la segunda podremos hacer un mayor esfuerzo para planificar la salida, pero hoy valió la pena la contagiada. Ahora entendemos perfectamente a toda esa muchachada que anda enferma de Verjón, es una enfermedad deliciosa, comprobamos que escalar ese hermoso páramo es perfectamente posible para cualquier CicloBR.
Feliz semana.
PD1: El Tigre no es como lo pintan:
La gráfica de la subida en altimetrías de Colombia es algo intimidante, se ve así:
La subida de los jueves desde el CAI, la grafican en así:
Con la herramienta que usamos () en CicloBR la pintamos así.
Ud. que la vivió, mire cual se le parece más.
PD: En el alto aprovechamos la masiva asistencia para efectuar la consulta sobre el sitio y fecha de la despedida del calendario ciclístico 2017. Planteamos dos opciones Boyacá y Tolima y casi por unanimidad prefirieron Tolima, para hacer el recorrido a Falan y de postre Mariquita - Letras, del 1 al 3 de diciembre. Así que vayan solicitando los respectivos permisos por que esta vez todos saldremos en la foto del Alto de Letras, el más largo del Mundo.

Vuelta al Llano 2017
Crónica por Orlando Molano
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Ando buscando un camino
Pa’ rodar con mis hermanos
Ciclistas de CicloBR
Y recorrer nuestro llano.
Viendo llanuras
Y los garzales
Cruzando ríos
Y matorrales
Y subir algunas cuestas
Con paisajes naturales. |
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Con esta idea y parafraseando la canción que identifica a nuestro llanero Marcolino, fuimos dándole vida a un proyecto que nació en una charla de ciclistas que quisimos emprender una aventura.
Aunque se socializó como invitación para todos, por cuestión de tiempo, solamente cinco ciclistas de la vieja guardia dijimos presente al momento de partir: Guillermo Durán, Marcolino Barrera, William Trejos, William Duarte y Orlando Molano. Don Guillermo nos facilitó el transporte de acompañamiento con un conductor que se ganó nuestra mistad por su don de gentes. Para no extenderme tanto, quiero resumir a grandes rasgos nuestra travesía que llamamos “Vuelta al llano 2017”.
Sábado 2: salida en carro hasta Villavicencio. Primera etapa: Villavicencio-Paratebueno, (61km.) Pasando por Cumaral y Restrepo, con aguacero incluido al finalizar. Práctica de turmequé e hidratación por el calor.
Domingo 3: Paratebueno-Monterrey (93km.) Degustación de deliciosa piña. Llegada a la casa de Marcolino, donde nos esperaba su querida esposa Margarita, quien se sobró en el recibimiento. El mono Trejos se chupaba los dedos saboreando la carne de armadillo en el almuerzo. Gran zambullida en el rio. Guillermo se hizo muy amigo del cuñado de Marco, e hicieron proyectos para un futuro cercano. Hospedaje en casa de Marcolino.
Lunes 3: Monterrey-Aguazul (71km.). después de tremendo desayuno preparado por Marco, salida para Aguazul. Atravesando caños y anchos ríos disfrutamos de los hermosos paisajes sabaneros y de un clima como todos lo deseábamos, calorcito y fresca brisa.) Marcolino nos condujo por unas bonitas montañas (uff) para pasar por Tauramena. Otra degustación de piña, tan rica que los compañeros querían asociarse con las bonitas vendedoras de esta fruta tropical.
Martes 4: Aguazul- Yopal-Aguazul (60km.) terreno totalmente plano. En Yopal nos esperaba don Reinaldo Barrera, primo de Marcolino, fuimos objeto de grandes atenciones de comida y bebida. Una bonita y amable familia. El regreso fue rápido, debido a la motivación existente previa al partido Colombia-Brasil. Llegamos justo a tiempo y después de baño y descanso buscamos acomodación de primera en una buena venta de refrescos. Queríamos apoyar el patrocinio de Águila con nuestra selección y disfrutamos mucho del empate de Colombia con los pentacampeones. William Duarte no estuvo tan a gusto, pues seguramente por los nervios manifestaba que estaba un poco flojo…
Miércoles 5: Aguazul-Pajarito-Corinto.(51km.) Se cambió el itinerario de común acuerdo. Inicialmente recorreríamos Aguazul-Maní. Fue una buena decisión. Hasta aquí todo había sido paseo, pues el terreno poco se había inclinado. Iniciamos el ascenso con poca pendiente, pero a medida que avanzábamos se hacía más difícil. A los 35 km. Llegamos a Pajarito, una población que durante muchos años fue blanco de la violencia. Saliendo del pueblo había muchos carros represados, pues desde hacía días la vía había sido cerrada por el hundimiento del puente. Nos reabastecimos de bebidas hidratantes y el paso se veía muy difícil de realizar, tanto que yo me perdí, convencido que mis compañeros habían partido adelante, y pasando sobre lodo, agua y piedras pude empezar a pedalear literalmente cuesta arriba. Estando sin celular, avancé angustiado 16 km, solo, tratando de alcanzar a mis compañeros, pero nunca lo logré, llegando a un caserío llamado Corinto, donde por fin supe que ellos habías partido después de mí. Ellos también se angustiaron, hasta el punto de que el mono Trejos movió sus influencias para que la policía me buscara, pues cada uno se formaba su propia película. Todo terminó bien, cuando los compañeros llegaron al sitio donde yo me encontraba y mucho mejor cuando supimos que el carro había podido pasar y llegó con ropita limpia a Corinto, donde lo esperábamos. El monito Trejos quien había pedaleado a la par con todos, por fin se había subido al carro durante la última parte de este recorrido. Mandamos prepara gran cena en uno de los pocos sitios de hospedaje de aquel montañoso lugar. Se realizó el segundo match de tejo, donde William Duarte dio cátedra, dejando perplejos a todos, especialmente a su orientador Guillermo Durán, gran campeón en este colombiano deporte.
Aquí los organismos empezaron a resentirse como si fuera la tercera semana de un gran tour. Quejidos con diferentes orígenes, pero no lograban minar nuestro coraje. Esa noche trancamos muy bien las puertas, pues Marcolino nos había puesto nerviosos al manifestar que durante la noche podrían pasar osos por esos parajes.
Jueves 7. Corinto-El Crucero (53km.) La montaña seguía en todo su esplendor. Nos esperaban muchos kilómetros de ascenso, y el cambio de clima se iba notando en contra de nuestras pocas fuerzas. Por fin llegamos a Toquilla, un páramo helado, donde nos reconfortamos con la famosa aguadepanelacaliente con queso y mogolla. Marco y Trejos avanzaban adelante con el ánimo de alcanzar la meta del día. Guillermo corajeaba para no subirse al carro, pues sus fuerzas querían abandonarlo, pero no se rindió. Después de un pequeño valle y otro fuerte ascenso, por fin empezamos a divisar las azules aguas del lago de Tota, señal de que El Crucero estaba cerca. Nos reagrupamos en este alto y emprendimos la bajada hacia Sogamoso, todos en la camioneta. Trejos se lució dando muestras de mucho pundonor. Como el destino del día era Firavitoba, avanzamos hacia esta población, no sin antes almorzar por el camino. Llegamos a mi querido pueblo y nos fuimos ubicando en la casa. Allí se cambió el tejo por el dominó, juego con el cual nos divertimos, aunque algunos salimos “pelados”.
Viernes 8: Firavitoba-Tunja (72km.) Después de una noche fría en Firavitoba, Marcolino y Guillermo nos sorprendieron con tremenda pericada y doble chocolate, pan y queso, que consumimos con el ánimo de salir pronto a nuestro recorrido. Con lo que no contábamos era con la lluvia incesante desde muy temprano y sin ganas de parar, pues tuvimos que dedicarnos al turismo, visitando cafeterías y otros centros comerciales de la población. Solo hacia las 12:15 pm. Pudimos emprender la pedaleada dirigiéndonos por una cuesta de ocho kilómetros hacia el Pantano de Vargas, lugar histórico de nuestra independencia. El trayecto fue difícil hasta Paipa, pues en tramos destapados el barro imposibilitaba nuestro accionar. Al salir a la vía principal, el tiempo mejoró y pudimos enfrentar las famosas “gemelas”, dos repechos prolongados que van mermando nuestras carnitas. Casi nos coge la noche llegando a la capital de Boyacá, donde pasamos algunas peripecias buscando hospedaje, pero bueno logramos acomodarnos en un buen sitio con el ánimo de descansar la última noche fuera de casa. Por la noche visitamos la plaza de Bolívar y degustamos algún café escuchando interesantes anécdotas entre los relatos de la vida de algunos de nosotros.
Sábado 9: Tunja-Briceño (74km.) como habría parada obligada en Ventaquemada para degustar las famosas arepas, decidimos avanzar en carro hacia esa población, pues una llovizna amenazaba con retrasarnos la salida. Así que iniciamos nuestra última etapa en Ventaquemada con buen clima y tal cual repecho prolongado. En Villapinzón, el monito Trejos que tanto había aguantado se tuvo que subir al carro, pues sus esfuerzos le pasaron factura. Allí tuvimos otra alegre sorpresa: Margarita y Sandrita salieron a recibirnos llenas de orgullo por la hazaña de su esposo y padre Marcolino. Con los últimos alientos coronamos el alto del Sisga y paramos a tomar alguito caliente. El clima quería amedrentarnos con amago de lluvia, pero retomamos nuestros caballitos de acero para terminar hasta el destino propuesto. Ya en la sabana a todos se nos alegraba el corazón, pues veíamos cerca el culmen de nuestra travesía. En Briceño pusimos punto final a esta interesante jornada, que no solo nos permitió pedalear sobre diferentes topografías de nuestra geografía, sino que nos enriqueció por el compartir con excelentes seres humanos.
Para toda la familia CicloBR un gran abrazo.

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