Bogotá noviembre 15 de 2020
Santa Rosita nos iluminó el camino.
Muy a las 6:20 a.m. llegué al sitio de encuentro para la salida de hoy, en el Hotel Parqueadero para tracto camiones de Briceño, no vi a ninguno de mis compañeros, recordé que con excepción de Rei y de Marcolino, (dijo en el chat “vamos aunque llueva”) nadie había respondido a la convocatoria, entonces pensé que había perdido el viaje. Lástima, algo de frio, pero la mañana pintaba para un día soleado.
De todas maneras, decidí alistar mi bici, si no llegan pues los que se devuelven. A las 6:30 vi que llegó Marcolino acompañado de Margarita su esposa y Sandrita, primera buena noticia, tendríamos carro acompañante, pero observé que Sandrita y Margarita salieron hacia Bogotá en la camioneta, qué pesar me alcancé a ilusionar. Marco no me había visto por qué yo estaba dentro del parqueadero, entonces me llamó:
- Oiga, ¿por dónde viene?
- Ya estoy acá en el parqueadero.
- ¿De casualidad tiene un casco de cuadre?, se me olvidó el mío.
- Si yo tengo uno.
- A bueno entonces ya le digo a Sandrita que se devuelva, pues salió para Bogotá a traerme el mío.
Esa palabra “cuadre” la deben recordar quienes prestaron servicio militar, a mí no me tocó, afortunadamente, pero a mi hijo mayor sí. Recuerdo que tuve que ir al Batallón Guardia presidencial a llevarle, una reata, y una tula con candado, es costumbre lamentable en la milicia colombiana que se roban las cosas entre compañeros: La primera vez el denunció ante el suboficial de turno y la respuesta fue algo así: “de malas, no sea guevón, vaya y túmbele otra a alguien, para que se cuadre”. Eso que seguramente Marco y Pulga recuerdan es usual en el ejército, por eso estamos como estamos, allí no todo es edificante.
Pero volvamos a nuestro relato: Le entregué a Marco el casco;
- oiga y no tiene unos guantes, tampoco traje,
- claro que sí, tu tranquilo.
Como a mí de vez en cuando me pasaba lo mismo, decidí cargar en el baúl del carro un kit completo de repuesto, casco, zapatillas, guantes.
- Qué bueno que vino Sandrita, entonces tendremos conductor elegido.
- Sí, es que Margarita supo que íbamos para Santa Rosita, entonces armaron paseo, ella conoció Santa Rosita porque allí uno de sus jefes tenía una finquita y quiso ir para recordar - me respondió Marcolino.
En esas me llamó Rei:
…Estoy acá en el parqueadero de tracto mulas y no veo a nadie, ¿qué pasó ya salieron?
Rápidamente hice una inspección visual de 360 grados y no vi a Rei por ninguna parte.
- ¿En cuál parqueadero está Ud.?
- Pues acá al frente Almaviva.
- Pero si yo envié la ubicación es acá en Briceño.
- Uyyy juemadre no lo miré, ya voy para allá.
Llegaron los Pulgas, y Alberto Rivera, comentaron que atrás venían Chinazo, Pablito y Rei con un amigo del Acueducto, justo entonces apareció reluciente el “Audi Sprint” plateado del Chinazo, llegó con Lorena su medio sobrina. Se me compuso el día, ya tenemos un combo de 9 pedalistas, habemus quorum.
Contra la voluntad de Chinazo, que nos hace bulling con su frase ¿por qué no mejor compran una hp postal?, Sandrita tomó la foto de la portda, que curiosamente salió con un extraño rayo celestial que inspiró el título de la crónica. Como ahora nos hemos visto relegados a parqueaderos de tracto camiones decidimos colocar como fondo un vehículo de esos, una poderosa Kenworth. Chinazo, relájese las fotos ayudan mucho a la redacción de la crónica.

Pulga no sabía que venía Sandrita. Comentó que subiéramos solo al Sisga, nadie garantiza que vayamos a Santa Rosita, señaló. Ni se le ocurra Pulga, Marco vino con Margarita pues nos quieren acompañar a Santa Rosita. Si señor no me la cambien, replicó Marcolino.
Luego de esos pequeños contratiempos partimos, no se diga más, como dice Jacinto, nuestro desaparecido amigo y colega, digo desaparecido por que ni más, es como el oso de Nobile, no escribe, no llama. Nuestro destino inicial, el Alto del Sisga.
Vaya esplendoroso día, una ventanita soleada en medio del invierno tenaz que nos azota. Sigo pensando que los dioses Muiscas del agua nos consienten cuando visitamos sus tierras.
Íbamos charlando con Rei y su amigo y adelante hubo un jalonazo, nos tocó apretar para llegarles pero Marco no se pudo pegar, luego comentaría que venía con un dolor en la pierna y que sentía la bicicleta como frenada. Llegando a Gachancipá Pablito pinchó, Rei y su amigo pararon para auxiliarlo. Los demás seguimos a ritmo suave para esperarlos con la esperanza de que Marco conectara.
En Sesquilé la Policía ya tenía cerrada la entrada a esa población por la Vuelta a Colombia. Por el comentario de Fabio nos enteramos de que se estaba corriendo hoy la tercera etapa. Qué tristeza, en pleno auge del ciclismo vemos cómo ha perdido relevancia la que fue semillero de grandes glorias del pedalismo colombiano, en nuestra época de niños la transmitían las grandes cadenas radiales, Caracol, Todelar, Súper, luego hubo algo de TV en RCN y hoy poco y nada. Hoy supe que la Goga transmite en Señal Colombia. Creo que además de Armandito que en materia de TV no se pierde media, pocos sabían de este evento que entre otras cosas cumple 70 años.
Marcolino logró conectar y durante la subida al alto del Sisga tuvo que recibir la asistencia de Pulga y del Chinazo, pues no se sentía en forma. Pablito parece que no pudo despinchar, dos mangueras y nada, así que se subió a la camioneta; Rei y su amigo subieron por detrás del grupito que conformamos con Nobile, Lorena , Chinazo, Pulga y Alberto Rivera. Coronamos y de una hicimos el retorno para evitar encontrarnos con el pelotón de la Vuelta a Colombia; bajamos hasta la entrada a Suesca.
Alberto averiguó con la Policía a qué horas pasaría la Vuelta por Sesquilé, le dijeron que más o menos a las 11. Teníamos una hora, para ir a Santa Rosita y volver. A los que no les fue nada bien fue a los viajeros por esa vía, una vez pasamos nosotros cerraron la carretera y se formó un trancón monumental que parecía iba hasta Gachancipá. Todo porque los ciclistas de la Vuelta a Colombia venían de Sutatenza y Villapinzón, giraban en el puente frente a Sesquilé subían al Sisga para ir a Villapinzón y volvían para entrar a Sesquilé y Guatavita y terminar en la población de Guasca.
Entramos por la vía a Suesca para buscar el desvió a Santa Rosita. El ritmo seguía siendo el de un delicioso ciclo paseo, tuvimos tiempo de apreciar el paisaje de casitas centenarias y la vegetación.

Me encontré en el camino un terreno bastante grande donde se veía que habían talado centenares de árboles gigantes de eucaliptos y sobre los troncos habían injertado esquejes que se alimentan del tronco enraizado; ya se aprecia cómo van surgiendo nuevos arbolitos que seguramente en poco tiempo reforestarán lo talado. Interesante proceso que se aprecia en esa foto que tomé.
Buscamos el cruce que nos llevará a la vereda de Santa Rosita, perteneciente al Municipio de Suesca.

Pulga Nobile, y Marcolino, tomaron la delantera en la subida a Santa Rosita, Con Alberto, Rei y su amigo conformamos el segundo grupo. El ascenso tiene 3,5 kmts, la pendiente se muestra intimidante, pero en la realidad no es tan dura, la inclinación fluctúa entre 3 y 8% máximo. Una vez coronamos bajamos hasta la tiendita que conocimos en las dos anteriores visitas a Santa Rosita efectuadas en febrero y mayo de 2018.
Sandrita venía con Pablito pudo hacer el retorno, pero cuando llegó ya nosotros estábamos de regreso, así que Margarita se frustró con su anhelada visita a la vereda de sus recuerdos. Alberto me venía diciendo al regreso que estaba ilusionado con ver pasar la caravana de la Vuelta Colombia, pues en su infancia en Quibdó vibró con las transmisiones radiales que le llegaban en la voz de Carlos Arturo Rueda C. Así que, decidió devolverse a Sesquilé para buscar un sitio desde el cual pudiera ver pasar a los ciclistas de la Vuelta a Colombia y cumplir su deseo de niño.

Pablito ya había logrado despinchar en un elegante taller de mantenimiento y tienda de bicis, que encontró en el camino, observen la moderna maquinaria, al perezoso ayudante, la inviolable puerta de seguridad, teja plastificada, aviso publicitario y todos los detalles del taller al aire libre, por aquello del Covid. Ya estaba listo para emprender el camino de regreso en su adorada negrita, a la que hoy le molestó el calzado.
Sin Alberto ni Marcolino quien decidió no continuar, regresamos a Briceño. Rei puso el paso algo fuerte, pero logramos mantenernos en grupo y terminar en Briceño. Allí Pablito Rei y su amigo continuaron en bicicleta hasta su casa para completar la tarea que para nosotros representó 84 kmts.
Alberto y Marcolino, en un gesto de solidaridad decidieron comprar a los productores de papa que se ubicaron hoy en los peajes para vender su producto en señal de protesta por el abuso de los mayoristas y el o.

Paramos a la salida de Briceño en una cafetería al aire libre para esperar a Marco y a Alberto. Unos minutos después el cielo se encapotó. Pablito llamó al Chinazo:
- Hermano estoy en Almaviva escampando, por aquí está lloviendo mucho. ¿me recoge?
- Bueno Chino espéreme allá.
Justo a la entrada de Bogotá en efecto, estaba diluviando, la licencia para protección de la lluvia tenía vigencia solo hasta La Caro.
Amigos y amigas, este fue a grandes rasgos el resumen de lo acontecido hoy en nuestra salida dominical que aprovechamos como si fuera la última. “ecelente ...evones” dijo Rigo.
Por favor descansen y disfruten esta semana, en sus diferentes quehaceres.
Hasta la próxima, que será pronto. |