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Bogotá enero 30 de 2022

Turno para El Chuscal. ¿y qué es el Chuscal?

Hoy decidí madrugar más que de costumbre, la idea era clasificar para un cupo de los cinco parqueaderos disponibles ubicados al frente en la cafetería Altoque de la estación Terpel Siberia. Salí de casa a las 5:55 am, cuando aún era denoche pues el sol hoy parecía temeroso, no quería aparecer para atacar el intenso frío de madrugada, no quería encalambrarse.

No había mucho tráfico, pero no podía acelerar en la Boyacá por cuanto la iluminación aún era precaria y la vía no está en condiciones óptimas. En la calle 80 bajé lo más rápido posible pero luego recordé que hay dos puntos con cámaras foto multas, de la cuales ya fui víctima el pasado año por ir a 60 kmts cuando el límite es de 50, de tal manera que fui prudente. Aún así llegué al parqueadero a las 6:30 a.m., y de pura suerte clasifiqué a un sitio de parqueo, dos segundos después apareció Alberto Rivera para ocupar el restante. Los damnificados fueron Héctor y Marcolino quienes no clasificaron. Héctor decidió utilizar sus dotes de seductor y convenció a las señoritas “bomberas” para que le permitieran quedarse en uno de los tres parqueos exclusivos para los clientes de Altoque, lo logró; Marco si tuvo que ir a dejar el carro en el parqueadero de mulas.

Las “bomberas” son muy buena gente. “está prohibido, pero nosotras nos hacemos las de las gafas y les echamos ojito, a los carros, tranquilos” me respondieron cuando les pregunté si ya dejaban estacionar al costado izquierdo, pues vi varios vehículos. Excelente noticia, pero toca madrugar y tener buena alarma, dado que allí nos han robado, por ejemplo, a un amigo de Camilo y a Ricardo.

Héctor venía con Guillermo y con Ricardo, pensionado de la Policía Nacional y compañero de Henry. A propósito, nos complace que Ricardo Rodríguez se haya reintegrado al grupo.

Dado el madrugón y el pique de autos para lograr cupos en los parqueos, a las 7 a.m. partió la mini caravana, Marcolino, Héctor, Guillermo, Alberto, Ricardo, Orlando y los invitados Ricardo y Gabriel. Una breve parada en la estación Esso de la 80 para ver si allí había alguien más, pero no, entonces continuamos rumbo al Alto del Vino. Llegando a la siguiente estación Terpel pasando el peaje Alberto nos avisó que Marcolino se había quedado (anótese 10 puntos Albert). Lo llamamos al celular, se había pinchado y regresó a la bomba para desvararse, pero como pensaba ir solo al Vino nos autorizó continuar, nos esperaría en Siberia al finalizar.

Mientras hablábamos con Marco llamó Eduardo Bedoya, después subiendo al Vino Marcolino se encontró con Pacho y con Víctor Molano, entonces caímos en cuenta, salimos muy temprano y los tres amigos estaban confiados de que la cita era a las 7:15 am. El sábado Eduardo había hablado con Alberto, Héctor y Guillermo para decirles que asistiría, pero lamentablemente a estos tres jovencitos se les olvidó. Así que no queda más que ofrecerles disculpas a Eduardo, Víctor y a Pacho; a mis amigos olvidadizos voy a recomendarles unas pastas muy buenas para la memoria que alguna vez me recetaron, son milagrosas y me curaron… a ver… déjeme recordar…ay carajo! se me olvidó, sigamos con el relato y luego si me acuerdo les digo cómo se llamaban, la verdad no sé si aún existan.

Con la venia de Marcolino, continuamos el camino, Héctor fue el primero en partir y con el mayor disimulo fue apretando el paso para lograr una ventajita en la subida al Vino; lo fácil en la vida es tomar ventaja, lo difícil es mantenerla y así lo hizo Pedraza, fue imposible alcanzarlo. Otro a quien vi subiendo con una facilidad pasmosa fue a Guillermo, nos sorprendió pues viene de una parada larga por cuestiones médicas; en Siberia nos había dicho que el día anterior se la había pegado, en la tarde se encontró con unos amigos en el taller y se pusieron a conversar a punta de “Heineken” para mojar la plabra y cuenta que se le fue la mano, humm... interesante, lo más probable es que el lúpulo de esa cerveza tenga algunas propiedades que los ciclistas tendremos que explorar, según parece no da guayabo… y ayuda al rendimiento con las bielas, aprovechemos antes de que la que UCI se las pille y la incluya en la lista de sustancias prohibidas.

Nos reagrupamos en el Vino, como debe ser. Propusieron que Márquez como baja más despacio se adelantara, Héctor me acompañó en mi “vertiginoso descenso a 40 kmts/hora”. Alberto nos pasó cual bólido, definitivamente nuestro apreciado abogado es un Speedaholic.

Por sugerencia de Guillermo nos detuvimos en una cafetería nueva ubicada a 1.5 kmts antes del sitio donde paramos siempre en el Chuscal. Buena idea, allí mitigamos el frío con tintico, agua de panela y pandebono. Salimos y enseguida, a la izquierada queda una entrada para retomar la vía hacia la Quebrada del Vino.

Como cosa rara subimos en grupo, Alberto Rivera ponía el paso. Nos ganamos 1,5 kmts, realmente la parte plana del Chuscal, de tal forma que llegamos pronto al tramo más exigente. Cuando avistamos la llegada a la Quebrada del Vino nos pusimos de acuerdo con Guillermo y le salimos cada uno por un lado a Alberto para “picarlo”, como si fuera eléctrico respondió para hacer respetar la cabeza del lote.

Continuamos hacia el Vino, Héctor empezó la subida marcando el paso, pero Alberto Salió para volver a ser cabeza de grupo, vale la pena resaltar que íbamos todos en el grupo que cerraban los dos Ricardos. A mitad de camino pasó Guillermo a la rueda de una bonita jovencita, luego nos dijo que de solo verla subir tan fácil le transmitió como energía, ahí me hizo dudar si se trataba del efecto Heineken o la transmisión de energía vía wifi que le hizo la bella damita.

Yo iba concentrado tratando de recortarle distancia a Guillermo y a su joven acompañante, cuando vi que pasó Alberto, entonces le apreté el paso para no dejarme ganar pues llegaba ya el remate final, luego me dijeron que no era Alberto, el que atacó fue el mismo Héctor en persona, como podrán ver está intratable.

En el Vino estaba Eduardo Bedoya, no sé si disgustado, pues no bajó con nosotros ni asistió a la tertulia. Perdón ya me acordé del producto para la memoria:

Nuevamente nos reagrupamos (o mejor dicho me esperaron) en el Rosal, después del puente. Héctor volvió a emplear su consabida táctica, acelerar al comienzo para sacar ventaja y luego sostenerla, y por segunda vez le dio resultado, solo lo volvimos a ver en Siberia.

La película con Guillermo también se repitió, Ricardo el amigo de Henry le puso paso, luego se engancharon con Alberto a un grupo que iba a paso duro y nos dejaron a Ricardo Rodríguez y a mi, pese a que veníamos a 38 kmts en promedio.

Definitivamente Guillermo y Héctor se ganaron hoy el premio que otorga nuestro nuevo patrocinador para esta salida.

En Siberia nos esperaban Marcolino y Pachito. Pacho subió un pedazo del Vino, Marcolino fue al Vino y luego al Resbalón, es decir, no perdió tiempo e hizo un buen entrenamiento.

A propósito de la etapa de hoy, hemos parado centenares de veces en el Chuscal, la curva donde se aplana la subida desde las Hamacas y que nos lleva hasta la Quebrada del Vino. ¿Saben Por qué se llama ese sitio El Chuscal?, ni idea, tocaría preguntarle a nuestra apreciada amiga Laura, Bióloga de profesión, cuando nos permita el honor de volver a contar con su compañía en CicloBR.

Mientras nos tocó hacer una pequeña investigación. Muchos de nosotros hemos oído la palabra Chusque, recuerdo que en los techos de las casas se utilizaba una especie de madera como estructura que llamaban chusque, parecida a la guadua o al bambú, como lo puede corroborar Pachito Morales experto en construcción, con quien pudimos compartir en la salida de hoy.

En efecto según Wikipedia El Chusque o Chusquea es una especie de bambú que crece en la parte baja de los páramos húmedos como Chingaza, es un género de plantas de la familia de las gramíneas que en su ciclo de vida fructifica una vez y muere. Es uno de los elementos más importantes en los páramos. Dicho esto, entonces queda claro que un Chuscal es un área donde crece el Chusque, lo cual quiere decir que en alguna época en el sitio de parada ciclística que denominamos El Chuscal debió haber mucho Chusquea o Chusque, para que le hubiesen colocado ese nombre, pero como ese lugar no hace parte de un páramo debe ser otra especie de la familia del Chusque. Más abajo, a la entrada de la casa de Melki en la Vega recuerdo que hay una buena cantidad de vegetación con bambúes, muy común en la zona, habría que preguntarle si esos también son especies de la familia del Chusque, claro está cuando tengamos la oportunidad de compartir nuevamente con Melki una visita a sus terrenos en la Vega Cundinamarca, una vez se reactive ciclísticamente. Justo hoy Guillermo propuso que repitiéramos un paseo dominical con “piquete” desde debajo de las hamacas hasta el peaje después de la Vega, le pedimos que pospusiera la invitación por un tiempito mientras cogemos más forma.

Bueno amigos lectores, sin más carreta para llenar la plana, agradecemos a todos los asistentes especialmente a quienes se reactivaron hoy, Ricardo, Víctor y Pacho.

Para la salida del próximo domingo a, algunos votaron por la etapa Sibaté - Fusa, les pedí un placito mientras lograrmos más entrenamiento, afortunadamente aceptaron, finalmente optamos por una visita a Guatavita.

Domingo 6 de febrero

Cita: parqueadero del Asadero Don José (parqueo de camiones)

Ruta: Sesquilé- Guatavita- Salitre- Sopó- Briceño - Almaviva

Hora encuentro 7:15 am

Camiseta: Azul la Paz.

Porfa lleve su propuesta para la siguiente salida.


Feliz semana.