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Bogotá, Colombia

¿Es la calvicie sinónimo de masculinidad?



Afortunadamente tenemos ciclistas que exhiben su calvicie con orgullo...

Es común escuchar que las mujeres prefieren a los hombres calvos, que son más interesantes porque tienen cara de intelectuales, artistas o científicos, incluso son galanes. Basta recordar rostros famosos de la pantalla grande como Kevin Spacey, Sean Connery o el rudo Bruce Willis.

Se dice que la calvicie es sinónimo de masculinidad y virilidad por la influencia de la hormona testosterona que provoca la caída del cabello. En el fondo la realidad es muy diferente.

Cuando todos los calvos nos justificábamos inventando mitos acerca del exceso hormonal masculino, diciendo que toda mujer de un pelado tenía una sonrisa imborrable, o que la calvicie era una señal de inteligencia o de evolución, etc; sale a la luz una nueva teoría que terminaría echando por la borda toda esperanza de compensación.

Desafortunadamente, la calvicie afecta al 96 por ciento de los hombres y para colmo de los calvos, algunos estudios indican que son susceptibles a cierto tipo de enfermedades.

En términos médicos, a este problema se le conoce como alopecia androgenética y consiste en la caída prematura del cabello que tiene como causas una predisposición genética y la influencia de las hormonas, en particular la conocida como dihidrotestosterona, que es una hormona derivada de la testosterona. El término alopecia proviene de la raíz griega "alopekia", que significa zorra, y se dio porque estos animales tienen áreas sin pelo cuando presentan sarna costrosa.

La pérdida del cabello es algo que puede ocurrir de forma natural y a diario. Cada pelo en la cabeza tiene un programa genético secuencial que incluye crecimiento, restauración y muda; en general, el 85 por ciento del pelo en la cabeza crece poco a poco y continúa por dos a seis años. Cuando la fase del crecimiento acaba, el árbol del pelo empieza un período de restauración y entonces se muda; sólo el 15 por ciento es restituido a un mismo tiempo. El promedio de pérdida de cabello cada día es de 50 a 150, pero muchos más cabellos recrecen porque el folículo permanece.

Tomando en cuenta que el adulto típico tiene aproximadamente 100 mil hebras de cabello, esta pérdida no es representativa. Eventualmente una hebra nueva empieza a crecer desde la raíz, empotrada dentro de los folículos y ésta, al crecer, empuja hacia afuera el árbol viejo. Cuando la muda es significativa y en exceso, más que el crecimiento, ocurre la calvicie. 

Las personas de raza blanca son las que padecen más la pérdida de cabello, está comprobado que un 96 por ciento de ellos la presentan ligera o intensamente. Es poco frecuente en hombres de raza negra o en asiáticos; las mujeres, por lo general, no tienen problemas de calvicie y cuando ésta existe es en mínima cantidad. 

La mayoría de los hombres relacionan la calvicie con una imagen de desconfianza e inseguridad. En situaciones extremas este problema llega a afectarlos en su personalidad, trabajo y familia. La variabilidad de la calvicie, tan pequeña en algunos y tan extensa en otros hombres de la misma edad, depende de los genes hereditarios y de las hormonas, y se ve influenciada intensamente por el estrés. 

Pero hay otros que exhiben su calvicie con orgullo, con la idea de que, además de su cabeza, su actividad sexual se verá afectada, de manera positiva, por la influencia de la testosterona. En primer lugar, se ha detectado que la testosterona no ejerce directamente sus efectos sino que ésta es convertida en dihidrotestosterona (DHT) por una enzima conocida como la 5 ­alfa reductasa.

En segundo lugar, según un estudio realizado durante 11 años por investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard y un hospital de Boston, en Estados Unidos, los calvos son más susceptibles de sufrir enfermedades cardiacas y una de las causas es que producen altos niveles de hormonas masculinas que afectan al corazón. Otros estudios relacionan la dihidrotestosterona con el cáncer de próstata al encontrar niveles altos de esta hormona en células cancerosas.

Contrario a lo que se pensaba, altos niveles de testosterona, y su derivada DHT, son perjudiciales para la salud.

Calvos siempre han existido en la viña del Señor. No obstante, los historiadores se han encargado de señalar que el hombre prehistórico estaba cubierto de pelos por todo su cuerpo, lo que al igual que al resto de los mamíferos, le ha servido como su primer vestuario. A partir de ahí, en un proceso que abarca quizás si no millones, por lo menos algunos cientos de miles de años, el desarrollo humano ha estado vinculado a la pérdida del cabello. Y en ese sentido lógico, futuristas y escritores de ciencia ficción señalan al hombre del futuro como un calvo con una cabeza muy desarrollada.

 

Bogotá septiembre 22 de 2008

 

 

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