Bogotá, domingo 28 de septiembre de 2014
Salida dominical # 34 - La Victoria
Conocimos a San Isidro Labrador

Prueba superada, nos propusimos hacer en este semestre un par de salidas “Gran Fondo” y cumplimos con la meta:
El pasado 31 de agosto hicimos el recorrido La Caro – Machetá – La Caro, 122.6 kmts y seis horas de recorrido.
Hoy tuvimos la segunda, Parador Suizo – La Victoria- Parador Suizo, >> y 6 horas 10 sobre la bici.
Como ven, en cifras dos recorridos muy similares en kilometraje y tiempo, pero déjenme decirles que en mi humilde opinión la de Machetá es mucho más suave, La Victoria es tenaz, pues el terreno es más montañoso y desgastante, veamos:
Esta historia comenzó tempranito a las 7:32 a.m., una inusual hora para una salida de CicloBR. El jueves les enviamos a todos un dado que se trataba de una etapa larga les solicitamos llegar al Parador Suizo a las 7 a.m., para salir a las 7:15 a.m.; un poco optimistas, pero vean que casi lo logramos.
Los primeros en llegar a la hora convenida fueron nuestros amigos de las todo-terreno, Héctor y Jorge quienes al parecer se reintegran en forma al grupo. Pronto completamos un
Cristian Durán, el conductor elegido para hoy, llegó tempranito con una pesada caja que ubicó en sitio estratégico, allí traía racimos de bananos y una buena cantidad de “Bolsitas energéticas”, con panelitas de leche, chocolatina, bocadillos de dos clases y mini chocoramos. Un inolvidable detalle para sus compañeros. Hoy no montó en bici, pero si como parrillero en la moto de su hermano, desde donde se dedicó a captar excelentes imágenes del recorrido. Gracias Cristían!!.
Al llegar al Suizo, hacía bastante frío, pero una vez partimos el sol fue apareciendo tímidamente y como si no quisiera molestarnos nos colocó una temperatura ideal para este deporte.
Tomamos la calle 13 en busca del cruce de Mosquera, 8 kmts planos no tan agradables por el estrés que generan los buses, camiones y autos. En pocos minutos recorrimos los kmts que nos separan de Mosquera al inicio de la subida al 9 de la Mesa.
La primera prueba de montaña para nuestras, hasta ahora enteras piernitas, fue la subida tradicional al Kmt 9 de la Vía a la Mesa, o también denominado Alto de Zabriskie, circundado por una extraña zona desértica con cañones muy similares al Valle de Zabriskie Point en California EE.UU. En esa zona, además de los miles de ciclistas que suben, incluso hay planes de Ecoturismo para la gente,
Luego tomamos el descenso y los repechos que nos llevarían al Alto de Mondoñedo, primera parada breve para reagrupamiento; allí completamos 22 kmts de recorrido. Giaco y Diego venían escoltando a los últimos; ...y la gente fresca como una lechuga.
Una vez se recompuso el grupo, en Mondoñedo giramos a la izquierda para buscar la vía de Canoas y la salida a la autopista sur. Un recorrido de 13 kmts que inicia con un descenso en el que hoy el viento estaba gracioso pues se empecinado en tumbarnos en las curvas; pronto tomamos el terreno plano de casi ocho kmts y en el grupo nos guarecimos del viento.
En el inicio de la bajada al Salto de Tequendama hicimos la segunda parada, corta para reagruparnos. Allí ya completábamos 35 kmts, y la gente fresca como una lechuga.
Bordeando el rio Bogotá, recorrimos el trayecto hasta el salto de Tequendama, aproximadamente 9 kmts, prácticamente todo en descenso y luego los restantes 13 kmts hasta el cruce denominado El Pin, donde hicimos la tercera parada breve. Allí inicia la vía a La Victoria. Hasta aquí, 47 kmts ...y la gente fresca como una lechuga
Mientras Marcolino partía en solitario hacia La Victoria, tratando de ganar una ventajita, cinco pedalistas que previamente habían acordado llegar solo hasta ese punto, tomaron la vía de regreso hacia el Salto. Mauricio Ordóñez comandaba el grupito, integrado por Armando, Jorge, Héctor y Gabriel.
Los restantes pedalistas, 15 en total contando a Marcolino salimos en busca de nuestro destino final, La Inspección Municipal de La Victoria, distante 14 kmts de allí. En la medida en que avanzábamos se sentía el cambio del piso térmico, tierrita templada y el típico olor perfumado que emanan las plantas en esas regiones.
Extraño encontrar una carretera secundaria en perfecto estado donde casi no se ven vehículos. Es un terreno ondulado que nos obliga a mover piñones para buscar la relación que nos desgaste menos.
En el kilómetro seis, sorpresivamente se acaba el tapete asfáltico y comienza terreno destapado, se prolonga por un largo kilómetro, que concluye con 50 metros adoquinados; nuestras bicis ruedan sin problemas, este era solo el toquecito de pavé en el recorrido. Con Giaco recordábamos los tramos de pavé que ahora están de moda en el Giro y el Tour de Francia y los orígenes de las grandes pruebas, incluida la vuelta a Colombia, donde los ciclistas sufrían pasando por carreteras sin asfalto y cargaban terciados los tubulares de repuesto.

Aún con algo de “Beriberi” retomamos el tapete asfáltico que parecía nuevo.
Columpios y una subidita corta pero que obliga a una relación suave, luego descenso y otros repechos y allí a la vista teníamos finalmente La Victoria; esta vez buscamos la plaza principal y la “veintiúnica” panadería donde reaprovisionamos energía.
Marcolino se regresó unos metros antes de ingresar al pueblo, luego de cambiar su rueda trasera que llegó pinchada.
Mientras Marco regresaba, para ganar ventaja en la subida, seguramente el grupo de los adelantados iba llegando al Salto. Me cuenta Armando que Mauricio salió disparado, pero hicieron grupito con Jorge, Gabriel y Héctor. Pese a que subieron sin presión al llegar al Charquito, a Gabriel y a Héctor los atacaron los calambres; se regularon y completaron los casi 97 kmts hasta el Suizo sin novedades.
Entre tanto, nosotros descansábamos en La Victoria. Sesenta y un kilómetros acumulados...y la gente fresca como una lechuga.
Aprovechamos para admirar la plaza que no conocimos en la anterior visita, tiene dos monumentos, uno de ellos una pequeña estatua en yeso de San Isidro, aquel santo español que se convirtió en el patrón de los agricultores (lo pueden apreciar en la foto de portada), seguramente algunos recuerdan este versito que nos citaban cuando niños: “San Isidro Labrador, quite el agua y ponga el sol”; allí nos tomamos una foto con este santito, quien se me antoja debería ser el patrono de los ciclistas.
En el otro costado de la plaza descubrí un monumento que parecía una bellota gigante.

Inmediatamente me acordé de esa ardillita maníatica de la película La Era del Hielo que se la pasa tratando de atrapar una bellota y nunca lo lograba. Me acerqué y ya de cerca parecía más bien un “anón” gigante, esa deliciosa y escasa fruta de pepas negras forradas de una dulce pulpa blanca.
Pero preguntando preguntando, descubrí que no era ni la bellota de la ardillita maniática, ni el sabroso anón, se trata de la imagen esculpida de una mora, pues en La Victoría hay extensos cultivos de esa fruta , justo allí se celebra en junio cada año el Reinado regional de la Mora..
En esa población los cuenta kilómetros nos marcaban 61.3 kmts todos se veían felices yo pensaba únicamente en el trayecto de regreso, donde está realmente la dificultad de este recorrido; mi preocupación se tornó en angustia, caí en la cuenta que salvo Ildefonso, Guillermo y yo, los demás ciclistas eran de la categoría A: Diego, Carolina, Nidia, Camilo, Javier, Giaco, William, Fabio, Miguel, Jacinto, Molanito., santo cielo en la que me metí, pero había que cumplir, vamos a ver si lo logramos.
Al regreso hasta el Pin los más jóvenes fueron apretando el paso, pasaron de largo y tomaron de una la subida hacia el Salto del Tequendama. Yo me quedé atrás siguiéndole el paso que regulaban Giaco y Fabio para no dejarme, fue una excelente compañía. Con ellos subí hasta “Los Tubos”, donde se suaviza un poco el recorrido; mis piernas ya empezaban a enviarme señales de posibles calambres, pero pude coronar.
En el salto estaban todos los amigos esperándome, excepto Molanito y Guillermo que pasaron de largo, iban con la meta de cazar a Marcolino, el primero de ellos lo logró unos kmts adelante.
Reaprovisionamos las caramañolas con agüita fría que llevaba Cristian y continuamos el recorrido, faltaban ocho kmts plagados de repechos, que con el kilometraje acumulado van agotando las pocas energías sobrantes.
William Duarte me ayudó durante ese interminable trayecto; al llegar a las rampas del Charquito los calambres se hicieron notar pero me dejaron coronar.
En la autopista Marcolino, y Molanito habían parado a descansar, luego se les unió Guillermo.

Con el grupito completo reanudamos el camino, quedaba aún el largo plano de Canoas y la subida hasta Mondoñedo. Atrás Marcolino y yo, ayudados por nuestro ángel de la guarda, William Duarte vimos cómo en la subida se nos perdían de vista todos. Marco resignó y se subió al carro, había llegado a su límite.
Arriba en Mondoñedo, otra vez los amigos habían parado a esperarnos, vaya que hoy si fue el día de los detallazos. Javier relevó a William y todos llegamos a Zabriskie. Allí en la bajada fue la última vez que los ví, solo me quedó por compañía el carro acompañante donde venía Marcolino quien me ofrecía un cómodo cupo en la silletería, pero yo estaba dispuesto a morir en la bici.
Qué largo se me hizo ese tramo final de 8 kmts entre Mosquera y El suizo, especialmente si uno lleva en las piernas un recorrido de 114 kmts con bastante montaña. Ya no sabía cómo ubicar la cola sobre el sillín, la L a un lado, al rato al centro, la C al centro, al lado, en fin no encontraba una posición cómoda, pero la meta era llegar..
Finalmente, pasé el puente sobre el nauseabundo Rio Bogotá, y el Aviso "Bienvenidos a Bogotá", enseguida vi la casita de techo verde del Suizo y esa imagen me trajo el alma al cuerpo.
Misión cumplida: 2:10 de la tarde, calculo que me sacaron casi 15 minutos de ventaja, pero llegué, allí estaban mis otros 14 compañeros, ya no tan frescos como una lechuga, se nos notaba a todos el cansancio por el esfuerzo, como sería que antes de llegar le dio “la pálida a Giaco”, pero afortunadamente se recuperó pronto.
Así terminamos la SEGUNDA ETAPA GRAN FONDO. Afortunadamente viene la Clásica de la Amistad donde la idea es divertirnos con recorridos menos “drásticos”.
Los esperamos en , donde Cristian ilustra momentos importantes de esta dura etapa.
PD: Los lectores se preguntarán porque hoy no aparece mencionado Pulga, quien era un de los capos en la etapa. Mientras nosotros estábamos en La Victoria y sufríamos subiendo, el tambien sufría con el intenso calor de Viotá a donde viajó desde ayer. ,
Felíz semana. |