Bogotá septiembre 20 de 2020
¡Volver a empezar... la vida debe continuar!!
En la nota publicada el pasado 7 de septiembre en esta web preguntamos ¿Es viable la reactivación de CicloBR?, al tiempo mencionamos lo siguiente:
Para esta época ya una buena cantidad de colegas han subido a Patios, al Verjón e incluso al Vino, otros han salido por la autopista, la Caro y hasta Zipaquirá. Igualmente, ya han utilizado la vía a al 9 de la Mesa y como en el caso de Fernando, han efectuado recorridos de largo aliento fuera de Bogotá, o recorridos cortos en Viotá como en el caso de la familia Pulga- González- Otálora. Hasta donde entiendo han sido salidas individuales o en grupos de dos o tres pedalistas con las debidas medidas de bioseguridad y precaución.
Mientras tanto un buen grupo, que ya somos la minoría, aún no nos hemos arriesgado a la práctica en ruta. Pero algún día tendremos que vencer el miedo para poder salir a rodar paulatinamente en carretera y así recuperar la forma y evitar que terminemos abandonando el ciclismo de ruta, luego será la pereza la que nos impida volver a retomarlo
Con posterioridad hicimos algunas consultas en el Chat para conocer la experiencia de nuestros pedalistas que ya desde hace un par de meses vienen entrenando en carretera. Obtuvimos buena información de ese intercambio de opiniones.
Sabemos que el ciclismo, y el deporte en general son fuente de salud, desafortunadamente no podemos decir que cuanto más deporte hagamos menos posibilidades tendremos de contagiarnos del Covid, esa ecuación no se cumple. Pero sí es indudable, en opinión de los médicos, que las personas que practican ciclismo con frecuencia están más reforzadas, y ttienen, una buena salud cardiovascular importante en esta crisis. Tenenemos claro, desde luego, que la bici no es una vacuna ni un antídoto de nada, que tampoco es una vitamina mágica, pero sí sabemos favorece física y metalmente, nos olvidamos de los problemas y pensamos en otras cosas; cuando rodamos en carretera, descarguemos adrenalina, y oxigenamos nuestro organismo. Por supuesto, también podemos continuar pedaleando en casa, en estática o rodillos, pero es mil, veces más saludables respirar aire puro.
, se meciona que una larga cuarentena, es decir, guardarnos durante un período muy largo, pone a dormir más nuestro sistema inmunológico, por lo cual, tal vez cuando decidamos salir entonces puede ser que nos enfermemos con mayor frecuencia. ¿Por qué? Porque vamos agarrar lo que esté en el ambiente. Claro está, no necesariamente COVID. Inclusive, el catarro mismo es un coronavirus bien sencillito, así que las personas pueden agarrar cualquier cosa.
Sin lugar a dudas el ciclismo está considerado como uno de los deportes de más bajo riesgo de contagio, el uso de la mascarilla, gafas y guantes, mantener la distancia mínima de 5 a 10 metros la utilización de alcohol, gel, el lavado de manos con agua y jabón representan una adecuada protección y hacen que el riesgo de contagio sea poco probable. Pero en todo caso la decisión de salir a carretera sigue siendo responsabilidad de cada uno.
En mi caso llevaba hasta hoy 195 días sin salir a carretera, dado que mi última salida fue el 8 de marzo; el ejercicio en casa ya no me entusiasmaba, sentía que era necesario rodar en carretera, ansiaba sentir el aire y el sol.
Luego de pensarlo durante varias semanas decidí tomar la decisión, de comenzar de nuevo porqué la vida debe continuar y no podemos quedarnos encerrados esperando una vacuna que si nos va bien estará disponible en un año y eso si saber qué riesgos trae.
Para el efecto, contacté a algunos compañeros que como yo no habíamos salido a carretera en estos últimos seis meses. Casi convencí a Marcolino, pero a última hora se voló para los llanos, necesitaba probar el aire de la tierra caliente, extrañaba su hamaca. Como los Pulgas andaban por Viotá el pasado lunes hablé con Héctor y quedamos en encontrarnos el jueves en la Terpel de Siberia a las 7 de la mañana, iría Don Guillermo y algunos de sus pupilos. El jueves me llamó Don Guillermo desde el punto de encuentro a las 7:15 a.m. le contesté medio dormido; carajo juraba que apenas era miércoles, efectos de las cuarentenas. Por supuesto Héctor se emberraqueció y con justa razón.
Perdida esa oportunidad nuevamente contacté a Héctor, para ofrecerle disculpas, me dijo que el domingo 20 de septiembre iban con Don Guillo para Zipacón. Cuadré con Luis Eduardo y convinimos acompañarlos solo hasta Faca, para que pudiera asistir Nobile, quien como yo no había montado en la bici desde marzo; para Héctor sería apenas su segunda salida. Así nació la convocatoria que hicimos por Whatsapp.
Esta vez sí tomé precauciones, coloqué dos alarmas y alisté mis corotos desde el día anterior, le limpié el polvo a la bici, inflé los neumáticos que apenas tenías media libra de aire, quedaron como dice Jacinto, más templados que la guitarra de Gardel.
Finalmente llegó el esperado día, me levanté a las 5:30 a.m. hice la lista nemotécnica y el chequeo de abajo hacia arriba para que no se me fuera a olvidar nada: zapatillas, medias, uniforme, guantes, casco, banda cardio, billetera, maletín, alcohol, dos tapabocas y bici.
A las seis en punto salí de casa hacia la bomba de Terpel de Siberia, estaba ansioso, me intrigaba saber si aguantaría la etapa y cómo me sentiría montando con tapabocas puesto.
En el punto de encuentro ya estaba Héctor eran las 6:50 a.m. él es como un inglés, más cumplido que novia fea. Luego llegaron Nobile, Luis Eduardo, William Duarte, Alberto Rivera, Manuel, Nicolás, Guillermo y cuatro invitados suyos. El Chinazo no apareció, había confirmado, pero se tomó unas coca colas la noche anterior en una reunión y amaneció enguayabado, le dio pereza salir, entiendo que se iba a contactar con Fabio para hacer una etapita más cerca y más tardecito
.
Qué alegría poder ver a mis compañeros después de tantos meses, así fuera enmascarados con el tapabocas. Nos acercamos los codos, la forma de saludar en la nueva realidad, equivalente a estrechar las manos y al abrazo antes de la pandemia.

La mañana estaba opaca el frío calaba un poco los huesos, pero estaba seguro de que no llovería pues en estos días el agua se desata después de mediodía. Antes de partir di unas vueltecitas en el parqueadero para comprobar el buen funcionamiento de la bici y para saber cómo me sentiría luego de tantos meses de descanso obligado uno se desacostumbra. Recordé que Héctor me dijo que en su primer día se sentía como subido en un andamio.
Acordamos que iríamos todos por la calle 80, hasta el puente del Rosal y giraríamos hacia Faca, los que quisieran seguirían hacia Zipacón y los demás retornaríamos por el mismo camino a Siberia.
Finalmente llegó el momento de la partida, cuántos pensamientos me asaltaban, solo pensaba en el resbalón, de pronto tendría que bajarme y subirlo caminando, tal es mi nivel de desentrenamiento, seis meses no pasan en vano.
Tan pronto tomamos la calle ochenta, serían más o menos las 8 de la mañana, pudimos apreciar la gran cantidad de ciclistas, en su mayoría de “calle” domingueros, con todo terreno, El Vino se ha convertido en un reto para muchos de ellos. Uno que otro sin tapabocas. Rodando por la 80 entre ciclistas uno no ve mucho la congestión. Pese a la cantidad de ciclistas en carretera se puede mantener el espacio mínimo de 5 a 10 mts metros dejando pasar a los que se le acercan o sobrepasando a los que van más lento. Me acordé de la recomendación de no transitar en la misma línea de carrera del que va adelante, sino más bien en una diagonal.

Pasamos el peaje sin problemas, allí el clima era otro, un cielo despejado y sol radiante. Pronto apareció el repecho de la arenera, un quiz para quienes salíamos por vez primera, revisé mi pulsómetro, marcaba 120 pulsaciones por minuto, casi coronando había incrementado a 140 en menos de 150 metros en un cambio cómodo. Al inicio de la bajada retornó a 120. Como siempre en la glorieta de Puente Piedra algo de congestión vehicular, allí una buena cantidad de ciclistas giran hacia Subachoque. Iniciamos los siete kmts que nos separan de la que llamamos “la pata del Vino”.
Una vez avistamos el puente del Rosal pudimos ver la inmensa cantidad de ciclistas iniciando la subida al alto del Vino. Puse pie en tierra y capté esta foto que les puede dar una dimensión de la aglomeración, parece una romería al santuario de Monserrate.

Esta fue otra toma que hizo Manuel García, unos minutos después, desde el puente del Rosal.

Previendo eso, nosotros habíamos escogido otra ruta, así que giramos a la derecha en dirección al Rosal para hacer el retorno y tomar la vía a Faca. El cambio fue brutal de una vía congestionada de motos, carros, buses y ciclistas pasamos a una carretera con poco tráfico vehicular, bordeada de muchos árboles y vegetación casi ningún ciclista, como si estuviera contratada para nosotros.

La carretera sigue como un tapete, sin un hueco, pronto comenzamos a disfrutar de esos deliciosos columpios que nos exigen, para coronar los repechos y luego nos dan licencia para tomar aire en las cortas bajadas y prepararnos para afrontar el próximo. Un excelente ejercicio de repeticiones para mis desadaptadas piernas.
En el camino le dio “la pálida Nicolás, el jovencito nieto de Don Guillo, y fue a parar al carro acompañante, dijo que no había hecho nada en la cuarentena. Un consuelo para Nobile y para mí que apenas estrenábamos salida.
Hasta este punto me sentí bien en los repechos, me di el lujo de sobrepasar a Pulga en uno de los repechos duros al tomarlo por sorpresa, pero en el siguiente me mostró lo que ha entrenado y quien manda en la subida.
Mi duda sobre el efecto del tapabocas iba resolviéndose, en los 20 kmts que llevábamos el balance era satisfactorio, respiración normal sin inconvenientes, si uno lo coloca bien sobre la nariz y lo pisa con las gafas no se empañan los lentes. Las dos veces que paré si observé que se empañan, pero mientras uno vaya rodando el aire que circula entre los lentes y el tapabocas impide que se empañen. Me faltaba solo ver el efecto en la subida y ya pronto lo podría comprobar, ya estaba cerca al Resbalón esa temible mini montaña que por ahora la iríamos a tomar en bajada.
Esta vez pude superar los terribles policías acostados seriales que hay después del resbalón (los que había antes ya se han diluido con el paso de los carros) en uno de los cuales se cayó Ana el año pasado. Entendí que uno puede sobrepasarlos por el desague sin miedo, le temía porque está inclinado, pero con la fuerza centrífuga de la bici se pasa sin problemas como en un velódromo. Buena lección para mi.
Paramos en Faca allí continuaron hacia Zipacón, Manuel, W. Duarte, Guillermo y sus invitados y vi también a Christian Duran quien iba con ellos. Nobile, Pulga, Héctor, Alberto y yo emprendimos el camino de regreso por el mismo camino.
En minutos tuvimos a la vista el "temible" resbalón esa cuesta corta de exigente pendiente, no sé qué porcentaje de desnivel tenga, pero calculo a ojo que tiene entre 10 y 15%. Esa sería otra prueba de fuego para quienes recién nos aventurábamos a volver a carretera, Nobile, Héctor y yo. La prueba era doble, saber si habían servido los entrenamientos “indoor” y si podríamos superar el reto de subir con tapabocas.
Inicié la subida en el mejor cambio posible y con cautela, pero pronto vi que podía manejar un piñoncito más abajo para llegarle a Alberto y a Pulga que ayudaba a Nobile. En plena subida escuchamos a un vendedor de frutas que tenía su camioneta a la orilla y gritaba a todo pulmón: “Lleve el mango dulce, jugosito de la mejor calidad, la papaya, lleve la guanábana, la piña, la pera y la manzana, lleve la mantequilla descascarada. Entonces al pasar a Pulga y a Nobile, imitando a vendedor les dije: lleve la papaya, la Guanábana, lleve a la Nobile, entonces Pulga soltó a Nobile y solita subió sin mayor problema.
Faltando pocos metros ya iba en la punta, porque Pulga se quedó escoltando a su señora, entonces Héctor en un arranque Pogacariano sacó todo su repertorio de piñones y me pasó, creo que mi camiseta amarilla lo impulsó, en su cabeza seguramente tenía frescas imágenes de Pogacar superando a Roglic en la contrarreloj arrebatándolo el título del Tour que ya tenía empacado Primoz en el bolsillo, el muy sagaz me arrebató los puntos del Resbalón.
Al coronar la cuesta me acordé de la prueba del tapabocas, realmente no sentí mayor diferencia, no me molestó para nada, pude respirar sin problemas. Creo que si uno se olvida de que lo lleva le va bien, es algo sicológico, d etodas maneras se recomienda no quitárselo, es una protección vital, tenemos que convencernos...
 |
Lo que seguía era pura adrenalina, bajar con el plato grande a lo que da el piñón pequeño y con el impulso tomar el siguiente repecho, luego repetir este ejercicio un y otra vez, qué delicia sentir el viento en la cara, esforzarnos en los repechos y buscar el descanso en bajada todo esto y en una carretera perfectamente bien asfaltada casi sin carros y muy pocos ciclistas.
En el camino unos ciclistas que iban hacia Faca le echaron un piropo al quinteto de CicloBR, por nuestra camiseta amarilla: “miren al Jumbo”, luego pensé si más bien sería por la voluminosa figura de un avión Jumbo, porque por lo menos en mi caso lo que hay son kilitos de sobra.
El regreso por la 80 fue rápido y esta vez con muchísimo menos ciclistas, pronto estábamos en la Terpel, el cuenta kmts marcó 56.4 kmts, cifra nada mala para quienes comenzamos. Pulga nos hizo caer en cuenta que apenas eran las diez de la mañana y dijo que por qué no hacíamos otros pocos kmts, le pareció corto para su nivel actual.
La cafetería de la Terpel la dividieron en dos módulos independientes, cada uno con dos mesitas y un par de sillas. Allí unos sentados y otros de pie hicimos una agradable tertulia; como la salida coincidía con mi cumpleaños, a falta de torta y vino mis amigos me lo celebraron con una cervecita enlatada y un croissant.
Unos segundos para descansar del tapabocas y brindar con pan y pola:

En la tertulia les recomendé cambiar de tapabocas, colocarse uno limpio y empacar el que llevaban puesto en una bolsa para lavarlo en casa.
En la tarde Guillermo reportó que él, William, Nicolás, Camilo y Uriel bajaron 10 kmts después de Zipacón. Christian, Alexander, Andrés y Manuel hasta Zipacón. En total se aplicaron 105 kmts, el doble de nuestra ración de hoy.
Según la foto que envió Mauricio Ordóñez salió solo y estuvo en Mondoñedo conociendo la nueva via por Mondoñedo; tendremos que ir a conocerla cuando tengamos una mejor preparación.

Seguramente otros compañeros hicieron recorridos por el norte.
Esta de hoy fue una buena experiencia para conocer de primera mano las sensaciones de regresar a la carretera con tapabocas. La idea no es reactivar completamente el Grupo, pero si irle agregando unidades paulatinamente. Iremos publicando invitaciones para salir entre semana, pero cada uno es libre de escoger la ruta de su preferencia.
A esto lo llamarían "Reactivación inteligente y paulatina en la nueva normalidad".
Ánimo colegas, la decisión de salir o de continuar en cuarentema es suya, y la respetamos.
!Ricominciare ... la vita deve andare avanti!!
Es decir,
Volver a empezar... la vida continúa.
|