Bogotá marzo 21 de 2021
No perdemos la esperanza
Desde aquel 20 de marzo de 2021 cuando la Alcaldesa de Bogotá nos confinó debido a la pandemia ha transcurrido un año completo, estuvimos en total 81 días fuera de circulación ejercitándonos en casa. Unos pocos aprovechaban para pegarse unas voladitas cerca en su barrio con la disculpa de comprar el pan o portando una fórmula para comprar medicamentos. Otros salieron de Bogotá y pudieron montar en carretera sin problema.
En septiembre ya en plena “libertad” pero con algunas restricciones convocamos al grupo para reiniciar las salidas, a sabiendas de que no sería fácil pues la pandemia lejos de desaparecer seguía latente. Acatando las medidas de bioseguridad asistimos 12 pedalistas para hacer un corto recorrido que quedó titulado en la historia web de CicloBR como “”. Luego entre septiembre y diciembre hicimos 8 salidas con el Grupo, alcanzamos a visitar: Sesquilé, Guasca, Santa Rosita, el Sisga, Guatavita, el Salitre, Patiguapos, Alto de la Arepas y las Margaritas.
Entonces paramos por vacaciones con la promesa de reanudar las salidas en enero, pero la historia ya la conocen, un segundo pico de la pandemia nos obligó nuevamente a suspender las salidas en grupo.
A finales de enero abrieron la pista del Centro Deportivo Choquenzá, noticia que fue el mayor regalo para quienes por la edad pensamos que ya no estamos para salir entre semana a Patios o al Verjón. Allí unos 10 ciclistas pudimos practicar y hacer una buena cantidad de kmts en la semana, montando en principio solo los días terminados en “S” más los sábados y domingos. Invitamos a todo el Grupo, pero ninguno aceptó nuestra propuesta, algunos pocos porque no se han reactivado ciclísticamente, otros porque les resulta más fácil el Verjón, Patios e incluso el Vino por la cercanía a casa.
Un buen porcentaje de CicloBeres entrena en en ese modo que llamaría “Self” y mucho nos tememos que al igual que el trabajo en casa, esto se quedará luego de la pandemia. Ya no será fácil ver salidas con el grupo completo, pero no perdemos la esperanza.
Para desgracia de quienes estábamos practicando en el CDCH debido al invierno un árbol se cayó sobre la vía pista y la cerraron. Ríanse lo complejo que es el tema, el árbol no se puede retirar hasta que el CDCH oficie a la UGA (Unidad de Gestión Administrativa del BR) y este a su vez escriba a la autoridad competente del Distrito que es la Secretaría Distrital de Ambiente dependencia de la Alcaldía Mayor de Bogotá. El caso debe llegar al Grupo Forestal -Silvicultura- que hace parte de la Subdirección Ambiental. Según las normas vigentes los tratamientos silviculturales, como la tala o traslados de “individuos arbóreos” necesitan autorización expresa del DAMA (Departamento Administrativo del Medio Ambiente), de conformidad con el Manual de Arborización de Bogotá. El caso es que el arbolito ya lleva una semana caído obstruyendo la vía, pero nadie puede removerlo hasta que las autoridades citadas lo autoricen o ellas mismas acudan con su equipo para hacerlo, de lo contrario quien lo haga podrá ser objeto de un proceso en el DAMA.
Teníamos previsto volver a hacer una convocatoria a todo el Grupo para después de semana santa luego de evaluar el comportamiento de la pandemia, pero nos tocó adelantarnos por la emergencia arbórea y porque que ya el “indoor” no nos satisface, nos sabe a cacho; muy bueno al comienzo pero uno termina hastiado, hace mucha falta la salida a carretera que es el ciclismo real y por supuesto la compañía de los amigos y amigas.
A la invitación que cursamos el pasado viernes acudieron 11 pedalistas, entre ellos, no nos lo van a creer, Armandito Torres, el mismo de quien Uds. deben tener un leve recuerdo.
Además asistieron: Ángela María, Francisco Manzano, Héctor Pedraza, Marcolino Barrera, Alberto Otálora, Alberto Rivera, Manuel Panesso su hermano y un amigo.
Ángela María es la hija de Armando y Francisco Manzano es su esposo, un español duro para el ciclismo que pone a patalear a Pulga y a Rivera en la ciclovía. Acá entre nos, Angela casitico le gana a Armandito subiendo a la Arepas.
Nos salió en el sorteo un día espectacular, como cosa rara en esta temporada de invierno, así que lo aprovechamos al máximo. Partimos de La Caro, pasamos por Sopó y entramos a la vía de la Toscana, un trayecto agradable con dos repechitos cortos pero duritos y luego retomamos la vía principal, amplia y bien demarcada con buena berma que nos lleva hasta el alto de las Arepas.
Iniciando la subida al Alto nos alcanzó Manuel Leal, nos acompañó un par de kmts y siguió de largo, estaba completando la Vuelta al Norte. Luego de un breve descanso en el Alto de las Arepas, con tertulia, cocacolita y arepa calientita, emprendimos el viaje de regreso en grupito hasta tomar la autopista, allí sigue vigente la normativa que reza: “ El que se quede coge buseta, pues no lo esperan”.
Extrañamos el embalaje en los Silos de Almaviva que por lo general hace Marcolino, pero debemos tener en cuenta que recién llegó de Agua Azul y allí mucha hamaca y poca bici. Sin Marco y sin Pulga tocó asumir la responsabilidad de aplicar la norma.
Completamos de esta manera 75 kmts, recorrido corto que en Pandemia vale el doble. Fue un placer volver a ver a compañeros como Alberto Otálora y Manuelito Panesso.
Hasta la próxima, que ya será al regreso de Semana Santa. Nos imaginamos que serán varios los Ciclobeeres viajando con su consentida a entrenar en tierrita caliente. Ya veremos que noticias nos da Nayibe con sus cifras.
Mientras esperemos pacientemente la vacuna, y el día en que todos podamos llevar este sello en la casaca. Veremos quién será el primero en obtenerlo.
Feliz semana.
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