Logo Club de Ciclismo  20 años
Bogotá, Colombia


Reapareció Hugo Elías

Ayer regresó luego de casi dos años de ausencia nuestro apreciado amigo Hugo Gutiérrez. En la cafetería del CDCH lo entrevistamos y al calor de una fría Pony Malta supimos que su prolongada ausencia obedeció a fuerza mayor.

Nos contó esta terrible historia, que refleja fielmente la inseguridad que vive nuestro país, hoy agobiado por la presencia guerrillera. Así nos narró lo acontecido:

"En julio de 2004 estaba descansando en la casa de Carmen de Apicalá, ese día hacía mucho calor por lo que decidí recostarme en la hamaca y me cogió el sueño. De pronto, no supe cómo, pero aparecieron frente a mi cuatro individuos fuertemente armados usando prendas de uso privativo del ejército, quienes me ataron y me introdujeron en un campero, que se dirigó raudo hacia las montañas del Tolima.

Con los ojos vendados estuve viajando por trochas durante casi tres horas.

Luego me bajaron y me quitaron la venda. Caminé muchas horas más por senderos inóspitos hasta que encontramos lo que parecía ser un campamento de la guerrilla en la montaña.

Allí mis captores me entregaron a quien parecía ser la Comandante del campamento y se retiraron; ella me condujo a una choza de madera oscura en la cual pasé la noche, sobre una desvencijada y maloliente estera; me habían colocado una cadena que ataron a un palo enterrado en el piso. Afuera dos guerrilleras hacían guardia para evitar que yo escapara.

Como al tercer día, cuando estaba a punto de la desesperación con el cautiverio y la cadena, apareció una morena alta y esbelta, es curioso pero me pareció bonita. Su uniforme casi nuevo y el fusil terciado la hacían ver imponente. Me traía una humeante taza de cafe de olla que me supo a gloria. Con ansiedad tratando de saber porqué y para que me habían retenido, le hacía preguntas, que ella por supuesto no respondía. Recordé, que es norma en la guerrilla no hablar con los secuestrados.

Pronto, acudiendo a mis dotes de buen conversador logré hacerme amigo de la guerrillera que me llevaba la comida. De esta manera me enteré que coincidencialmente la comandante y varias de ellas eran aficionadas al ciclismo y curiosamente tenían en el campamento tres bicicletas que habían decomisado según ellas a los oligarcas. Pensé entonces en medio de ese infierno que se me había aparecido la virgen, pues por fin tenía un tema en común que debía aprovechar.

Les conté que yo era un ciclista de mucha experiencia y las convencí de que podía enseñarles técnicas que había aprendido de mi profesor Salcedo y así accedieron a suministrarme una bici. Aunque no era propiamente de mi talla, de esta manera comencé a practicar mi deporte favorito. Diariamente montaba más o menos una hora, obviamente siempre acompañado de la comandante y de otras guerrilleras, atrás nos seguía siempre un campero Toyota; realmente no pude distinguir de qué carretera se trataba, pero por la vegetación era tierra templada. Al regresar de cada entrenamiento ellas me llevaban a un río de agua cristalina y se bañaban conmigo, en traje de eva; yo apenas miraba por el rabillo del ojo por temor a que de pronto tomaran represalias; luego me acompañaban a disfrutar del almuerzo que generalmente era lentejas y arroz o arroz y lentejas, con aguade panela o café.

En las tardes me reunía con ellas a contar cuentos y a tomar fresco. No recuerdo cuantos días habían pasado, pero el hecho es que ya tenía tres amigas guerrilleras que se volvieron mis confidentes. En la noche sigilosamente se colaba hasta mi estera una de ellas y llegaba sin ropa. En la semana se turnaban y me visitaban a escondidas de la comandante. Hasta me colocaron una hamaca en la choza o cambuche.

Así, soportando esa dura prueba pasé varios meses, aunque quería escapar, la verdad sea dicha ni lo intenté, pues esperaba ansioso las noches. Un día para mi cumpleaños me regalaron un precioso estuche para las herramientas de la bici, era de color verde camuflado.

Una tarde descansaba plácidamente en la hamaca, me quedé profundamente dormido, mientras una guerrillera gordita con el fusil en la mano me vigilaba.

Cuando desperté, vi algo borrosa la figura de la guerrillera pero al abrir bien los ojos extrañamente reconocí fue a María, esa robusta empleada del servicio doméstico que había contratado mi esposa Azucena. Tenía una escoba en la mano y me miraba como coquetona. Revisé el sitio y me sorprendí, estaba recostado en mi hamaca en la casa de Carmen de Apicalá.... todo había sido una pesadilla... qué lástima, ya llegaba la noche."

Pobre Hugo no quisiéramos haber estado en su pellejo, o si?. Bueno, lo importante es que gracias a nuestra nota en "Hoy buscamos a ..." Huguito se motivó y felizmente ha regresado a CicloBR y además con su hermano Jorge a quien también extrañamos mucho.

Les damos a ambos una cordial bienvenida y esperamos que continúen unidos a esta maravillosa familia ciclística.

Bogota julio 9 de 2006








Copyright © 2007 CicloBR. All rights Reserved
.

Profe Salcedo Jisela Serrato Luis E. Pulgarin Manuel Leal Edgar Dimian Esther Rueda Alberto Pineda Víctor Portela Hugo Gutierrez Logo Club de Ciclismo  20 años Anita Niño jaime López