LAS COSAS NO SE CAMBIABAN TAN RÁPIDO
Adaptación CicloBR del artículo “Me caí del mundo y no se por donde se entra”, del escritor Uruguayo MARCIANO DURÁN.
Les confieso que a veces me siento perdido, la verdad no me he podido acostumbrar a desechar cosas recién compradas y a cambiarlas por otras sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función nueva o achicarla un poco..
No hace mucho con mi mujer, lavábamos los pañales de los niños, los colgábamos en la cuerda, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Así crecieron mis hijos y cuando tuvieron sus propios hijos se entregaron inescrupulosamente a los desechables.
A nuestra generación siempre le costó trabajo botar las cosas. Recuerdo que cargábamos pañuelo de tela en el bolsillo y guardábamos los mocos allí, luego de uno o dos días simplemente lavábamos el pañuelo y listo. Ahora hay que usar Kleenex que se tiran.
Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y cuando me volví a subir todo estaba cambiado, la gente ya no guarda las cosas, estas a su vez no duran un carajo y se desechan.
Recuerdo que pasé mi niñez y mi adolescencia viendo TV siempre en ese Philips que no fallaba, solo lo cambiamos cuando salió la TV a colores. Mientras mis hijos han tenido más de cuatro modelos de TV.
La radiola de patas con tocadiscos y teclas de color marfil nos divirtió muchos años en las fiestas en casa. Los discos de 38 y 33 RMP se guardaban. Luego llegaron los casettes, después los CD, más recientemente, el IPOD y todo se jodió pues la música se guarda en la memoria de esos nuevos bichos, pero cuando sale el nuevo modelo fijo se nos pierde. Antes era solo ir y buscar el “long Play”.
Si al radio o la radiola se le dañaba un tubo, se conseguía y se cambiaba, hoy deja de sonar y llévelo al técnico “japonés” y verá que le cuesta más el arreglo que volverlo a comprar nuevo. Uno le cambiaba el cable a la plancha y ya quedaba lista, hoy si no calienta bótela mijo pues se le fundió “el integrado”.
Yo aún no me acostumbro a cambiar el equipo de sonido una vez por año, ni computador cada dos años, porque disque se quedó corto de Ram o con poco disco. O el TV porque ahora si no es plasma estamos out.
Yo confieso que sigo guardando por ejemplo los vasos desechables y que reutilizamos algunos recipientes plásticos de comida o helado que son tan bacanos que da pesar botarlos. En mi casa los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos, pues me da pesar tirarlos.
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida, Es más, se compraban para la vida de los que venían después. La gente heredaba relojes de pared, la vajillas y por supuesto la ropita.
Yo heredaba los pantalones de mi hermano mayor, solo era “cogerle la bota” y si a las camisas quedaban anchitas un “prensecito y a “estrenar”. A su vez mis hermanos mayores heredaron la ropita de papá y mamá, comprar nuevo no era tan fácil.
La ropa se usaba muchos años, pues las modas se demoraban en llegar. Hoy si su esposa ve un desfile en Paris, por la TV, Ud. está en graves problemas pues el sastrecito que compró ayer ya no le servirá.
Yo recuerdo que el uniforme de mi colegio no me lo cambiaban cada tres meses como ahora, no sé si es que duraban más o que lo cuidábamos y eso que teníamos solo uno. Los zapatos “Tractor” o de suela de llanta no los acababa ni el p..tas. Y de los libros del colegio qué. Antes era grave escribir sobre un texto escolar, hoy se hacen todos para escribir y tirárselos, para que Ud. compre otro cada año para cada materia. Cuánto le duró a Ud. su diccionario? (seguro que aún lo tiene), cuántos le ha comprado a sus hijos?
No he completado las bodas de oro en mi matrimonio y ya hemos cambiado de nevera y lavadora cuatro o cinco veces. Me pregunto cuantas décadas duró la nevera “Frigidaire de mis papas, que les había regalado mi abuelo?
Parece que alguien se empeña en jodernos la vida, y lo hace a propósito. Hoy todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara.
Qué se hizo el zapatero del kiosko de la esquina que nos “remontaba” los zapatos y los dejaba nuevecitos? . Recuerdan que si a la media le salía “galleta” (rotito en el talón) la mamá o la abuela le metían un bombillo y las zurcía. Hoy se botan, pues ni modo meterle un bombillo en forma de churrusco de esos ahorradores de hoy. Al rotico del pantalón se le hacía un buen zurcido y si el suéter o el saco se desleían en la parte del codo, eso se solucionaba pegándole un parche.
¿Alguien volvió a oír al señor que arreglaba el “culo” de las ollas de aluminio?. O al señor del costal que gritaba: “ fraaaassscos, papeeeles boteeellaasss”. Hoy todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el camión que recogía la basura. Lo juro y tengo menos de 60 años. Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos, los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban (y no estoy hablando del siglo XVII).
No existía el plástico ni el nylon, ni las pilas o los cargadores de los celulares, con los que no sabemos qué hacer. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los automóviles y las que ya no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta del 8 de diciembre o de allí sacábamos los aros para apostar carreras.
Hay que cambiar el automóvil cada 3 años como mínimo, porque si no, eres un don nadie. Así el carro que tengas esté en buen estado. Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!!
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección de su correo electrónico pues primero el Yahoo quedó out, luego el Hotmail, ahora lo “nice” es tener G-mail.. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre. Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Reconozco que después tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de los niños, las revistas Selecciones del Reader Digest, etc. Cómo quieren que hoy entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo, solo porque salió uno con cámara de más pixeles?
En casa teníamos un mueble cerca al comedor, con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los individuales, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubiertos. Y guardábamos allí de todo. Todos teníamos (o tenemos) una cajita con una colección de tornillos y tuercas ni la berraca, que muchas veces nos saca del apuro. A nuestros hijos ni se les ocurre guardar un tornillo y que ni nos vean hacerlo, qué oso papá, para que guardas basura?, ahí tienes el Home Centry viejo!!.
Hoy los encendedores se tiran al terminar su ciclo, nosotros los recargábamos. Durante muchos años me afeité con la brochita y el jabón al que le sacábamos espumita y al final la “Old Spice de Shulton. Hoy hay que comprar “shaving Foam” y hay tener mínimo dos lociones, Qué decir de las máquinas de afeitar?. Se compraba una para muchos años, solo se le cambiaba la “guillete” de la que vendían en una cajita pequeña con 5 cuchillas empacadas en papel encerado. Hoy hay que comprar los paquetes de desechables y cada semana sale un nuevo modelo que impide tener una sola máquina. La cuchillas Gillette funcionaban mucho tiempo -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. Por ejemplo los periódicos servían para todo: para hacer plantillas para los zapatos, o para taparnos el pechito cuando montábamos en bici. Pero sobre todo para ponerlo en el piso los días de lluvia, o cuando lo habían “viruteado y encerado” para no ensuciarlo. Además para envolver cualquier cosa, hasta la carne, para hacer barquitos o sombreros para limpiarnos el… en fin.
Guardábamos las láminas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas y las cajas de zapatos para guardar maricaditas y fotos. Aunque no lo crean todos teníamos álbumes de fotos que de vez en cuando veíamos en familia para rememorar viejos tiempos y que también se heredaban, nunca se quedaban obsoletos, siempre estaban a la mano, pues no salían nuevas versiones con más "memoria ram". Hoy las cámaras no tienen rollo y los álbumes fueron reemplazados por los digitales, la USB o los discos duros de PC. Ahora es muy fácil que se pierdan por los cambios tecnológicos. Imagínese si Ud. dentro de 15 añós encuentra una USB cargada de fotos y quiere mostralas a sus nietos, en qué diablos la va a leer si para esa época nadie se acordará qué carajos era una USB.
A nada le declarábamos la muerte tan pronto pues las cosas eran reutilizables y multipropósito:
Las latas de avena Quáker, las de galletas saltines de la Rosa, las de la leche en KLIM las volvíamos materas, las de las salchichas las volvíamos teléfonos. Las cajitas de cartón de los huevos se convertían en depósitos de acuarelas, las primeras latas de cerveza en portalápices. Los frascos de la mermelada Fruco o California eran la salvación en casa, pues se convertían en vasos. Las tapas de los tarros se usaban para poner el arroz en bajito.
Y Ud. amigo ciclista, recuerda su primera cicla?, en tubería Columbus. Cada cuánto la llevaba a mantenimiento?, supo de alguien a quien se le haya partido un marco?. Cuántas veces le cambió la pacha, el sillín, el tensor, las ruedas o la cadenilla?. Tal vez nunca. Hoy dígame cada cuánto le cambia el manubrio, la pacha el centro, el descarrilador, la cadena, o los pedales?.
En fin, hoy todo es desechable, no dura o se tiene que cambiar por el modelo nuevo más pequeño.
Lo más terrible es que no sólo los electrodomésticos hoy son desechables, también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Los cónyuges se cambian por modelos más nuevos.
Bogotá marzo23 de 2010
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