Bautismo de Todo terreno en Viotá 
                         
                          
                         
                        Jueves 3 de febrero de 2011.  
                        Hace algunas semanas cursamos una invitación a nuestros asociados, para que nos acompañaran a un ciclo paseo a Viotá Cundinamarca, programado para el jueves “día de no carro”, (o día del transporte público) una de las idealistas e inocuas ocurrencias del exalcalde Peñalosa. La invitación sugería llevar bicicleta todoterreno, en consonancia con la meta fijada para este año de variar la programación introduciendo salidas por carreteras no pavimentadas, para salirnos de la rutina.  
                        Once ciclistas acudieron a la cita en la Población de Viotá, municipio de Cundinamarca ubicado a 86 km de Bogotá: Anilsa Gómez, Nobile González, Jorge Peña, Luis E. Pulgarín, Hugo Gutiérrez, William Trejos, Edgar Dimián, Miguel Granados, Víctor Portela, Orlando Márquez y Eduardo González.  
                           
                          Parecía extraño ver a estos amigos y amigas veteranos de tantas batallas del ciclismo de ruta, sin sus livianas maquinitas de carbono y aluminio, montados  en estas otras de llantas anchas, manubrio horizontal y amortiguadores. Pero al tiempo sentimos una gran satisfacción al ver cómo poco a poco nuestra gente se viene motivando con la idea de cambiar.  
   
                          El recorrido lo escogió Pulga, le habíamos pedido un circuito mixto, es decir con pavimento y algo de trocha, sin mayores dificultades y  a fe que captó la idea y se fajó como veremos más adelante. 
   
                          Muy temprano salimos de Bogotá para escapar a la norma del no carro, y concentrarnos en Viotá. Luego del desayuno, llegamos a la casa que los González-Pulgarín nos ofrecieron como sede del Ciclopaseo. Bajo un sol abrasador la gente inició la rutina usual para la transformación en  ciclistas, de los maletines surgieron  casco, zapatillas, camiseta, pantaloneta, medias, pañoletas, crema bloqueadora, caramañola. Una última revisión a la todoterreno y partimos sobre las 11 de la mañana, pese a que Miguelito proponía de manera sensata aprovechar ese sol en algo menos duro, como un piscinazo y polita. había llegado algo mareada por las curvas de la carretera pero luego de un descanso quedó como nueva. Ojo, el mareo fue por la carretera, no vayan a especular. 
   
                          Primera parada: en la bicleteria para ajustes mecánicos de última hora y salimos de  Viotá por la vía pavimentada  a Mesitas. Aproximadamente a los dos kilómetros, nuestro guía Pulga, ordenó girar a la izquierda y tomar la vía denominada La Igua, totalmente destapada, pero bueno, para eso trajimos la bici todoterreno.  
   
                          Pronto vimos en acción esas llantas tipo tractor abriéndose paso por el cascajo y la arena de la carretera. Aunque varios de los asistentes son expertos en este deporte por trocha, en mi caso era la primera experiencia.  Cuando la bici toma el destapado, uno piensa en que se va a caer, pero sorprendentemente a medida que se avanza por el terreno destapado se va sintiendo el poder de la bicicleta y la estabilidad y en pocos minutos la confianza en la máquina es total.  A diferencia de la salida en bicicleta de ruta, en donde el grupo sigue una línea de carrera, acá se camina en zigzag, pues tenemos que buscar el mejor sendero para transitar, el que tenga menos piedras y baches.  
   
                          Como la velocidad es menor, tiene uno la oportunidad de apreciar el paisaje.  Aquí se entiende por qué estas bicicletas son de estructuras reforzadas y los manubrios diferentes. Parte del ejercicio está en los brazos, pues la vibración obliga a que estos actúen como resortes. Se requiere mucho más concentración pues el cerebro tiene que procesar las imágenes de la ruta que los ojos transmiten para decidir en segundos el mejor sendero para avanzar. 
                          Era todo un espectáculo, que Anilsa definió a su manera: “como se ven de lindos con sus nalguitas brincando.”. Pronto recibió respuesta de Edgar: “si fueran solo las nalguitas…”. 
                           
                            
                           
                          Por momentos encontrábamos vestigios de asfalto, lo que indica que muy seguramente esta vía fue pavimentada. De vez en cuando nos topamos con vehículos automotores que van o vienen. Paramos en el primer puente que encontramos, el cual atraviesa una bella quebrada con agua cristalina que enfría el ambiente y nos refresca, pues ya es más de medio día y el calor es sofocante. En el piso del puente se aprecian los rieles de ferrocarril, curioso pues la estructura no pareciera poder soportar los trenes de antaño, pero si allí están no hay duda de que alguna vez ese fue uno de los medios de transporte por esa vía, pues hay varios puentes iguales.  
   
                          En algunos tramos de la carretera sentimos que la bicicleta va impulsada sin que estemos pedaleando, esto ocurre  porque el terreno tiene un ligero descenso que no se aprecia a simple vista, en cambio sí se siente cuando el terreno se empina y nos obliga a mover los cambios para acomodarnos. Ya llevamos más de doce kilómetros en este brinca brinca pero veo  la gente feliz y divirtiéndose. 
   
                          De pronto percibimos un olor fuerte que nos trae a la memoria el recorrido a Santandercito. Llegamos a un puente y sorprende ver un rio que parece transportar en su cauce petróleo y espuma, es el famoso Río Bogotá que transita majestuoso trayendo la contaminación de la capital, que tristeza!!. Más adelante lo volvemos a encontrar pero su color es ya más café, como si hubiera pasado por algún tamiz.  
   
                          Sentimos que la bicicleta pide un cambio más suave pues iniciamos terreno de ascenso, son aproximadamente dos y medio kilómetros algo exigentes, pero ante todo debido al calor, allí el grupo que venía compacto y en plena charla, se silencia y se estira. Al culminar la subidita salimos a la vía pavimentada que conecta a la central de La Mesa y que nos conduce  a Apulo. Nos reagrupamos en un paradero de buses que tiene un techo que ofrece la única sombra en ese punto. Llevamos 27 kmts, de los cuales fueron 16.5 en terreno sin asfalto. Lo que sigue será todo asfaltado.  
   
   Pronto tomamos la vía a Apulo, allí hacemos la primera parada para hidratación, el calor es tan intenso que nos obliga a contribuir a la empresa Bavaria. Jorgito Peña manifiesta que el ya cumplió con su meta y que piensa continuar en un bus. Lo convencen informando que sigue terreno de descenso y que cuando se empine lo ayudarán. Es la una y media de la tarde y el sol no da tregua, así reiniciamos el camino por la vía que afortunadamente hoy tiene poco tráfico. Antes de llegar a Tocaima Pulga indica que tenemos que desviar a la izquierda en un Ramal que nos retornará a Viotá.  
   
                          La carretera acá es estrecha pero igualmente vacía. Curiosamente Peñita ha venido poniendo paso. Avanzamos aproximadamente 5 kilómetros y nuestro guía reporta un pinchazo, el grupo se detiene para auxiliarlo, o para buscar  una sombrita refrescante como en mi caso. Willian, Peñita y Nobile aprovechan y continúan para obtener una ventaja antes de la subida que nos han anunciado. Solucionado el problema retomamos el camino. En la población El Piñal famosa por ser productora de esa fruta, encontramos a los de la vanguardia en una de las tiendas y decidimos emularlos y hacer la segunda parada de hidratación.  
    
                          Las tajadas de piña y mango en ese sitio saben a gloria. Al reiniciar el camino Peñita anuncia pinchazo, pero nos pide continuar pues insiste en tomar un vehículo público. Edgar Dimián se sacrifica y se queda para acompañarlo, mientras alguno de nosotros va por un vehículo a Viotá.  
   
                          Pasando el Piñal aparece la anunciada cuesta, ya la conocíamos en bici de ruta. No son más de 3 kilómetros pero hoy me pareció dura, tal vez por lo que llevamos acumulado y el calor que no cede. Coronamos los últimos metros y desde allí se aprecia Viotá, descendemos un par de kilómetros y estamos de nuevo en el punto de salida. Claro que para llegar a la casa tenemos que subir una dura cuesta de kilómetro y medio.  
   
                          Faltan 800 metros pero siento que el calor me ganó la batalla, dejo pasar a mis compañeros y decido  irme en el San Fernando (unos raticos a pie y otros caminando). Miguel se queda para acompañarme hasta finalizar la etapa.  
   
                          Abajo Dimián decide que no esperarán al carro y opta por despinchar a Peñita  y retomar el camino. En la cuesta   Edgar, como le prometió  a nuestro ciclista Decano, no lo  abandona y en un esfuerzo digno de resaltar lo lleva a la cima de esa montaña que bordea a Viotá. Una verdadera lástima habernos perdido del registro fotográfico de esa pareja de corajudos ciclistas, que juntos suman 140 años (63 y 77) pero que demostraron la fuerza y el coraje que muchos jovencitos quieran tener.  
   
                          William llegó a la casa, tomó su vehículo y bajó por los dos ciclistas, pero obviamente los encontró ya en Viotá.  
   
                          Final final no va más. Ya estamos en la casa de los González Pulgarín, cómodamente sentados a la sombra en el Kiosko, en la etapa de hidratación final y comentando todos los pormenores de este maravilloso e inolvidable ciclo paseo de 46 kilómetros que  quedará registrado en la historia de CicloBR como la ceremonia de bautismo e ingreso al ciclomontañismo y que muy seguramente motivará al pleno del grupo a acompañarnos una vez cada mes a escapar de la rutina.  
   
   
                          Un delicioso sancocho de pollo (no era gallina pues no tenía arepa) nos devuelve las fuerzas perdidas y a prepararnos para la rutina en Bogotá de los días con carro y las noticias cotidianas: trancones, más huecos por obras, peculados de políticos y contratistas, cuyos detritos  transporta el  rio Bogotá a bellos municipios del Tequendama que no tienen la culpa de esa descomposición…  
 
                         
                       
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